
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
El fugaz paso de Elon Musk por el gobierno de Estados Unidos nos dejó dos postales que bien pueden simbolizar el grave deterioro de la democracia de ese país, así como de su estatura moral en el debate internacional. La primera postal la ofreció Bill Gates en una entrevista con la revista “Time”. Sobre Musk dijo: “Pudo ser un gran filántropo, pero en cambio el hombre más rico del planeta está involucrado en la muerte de los niños más pobres”. Se refería a los recortes presupuestales e indiscriminados que su agencia lideró en contra de la cooperación internacional que daba Estados Unidos a través de Usaid. La segunda postal nos la dejó la manera en que la relación de Musk y el presidente Donald Trump llegó a su esperable final.
Es fácil dejarse distraer por el espectáculo bochornoso que es la pelea entre Musk y Trump, librada a través de la red social X. Sin embargo, creemos que lo más importante se resume en algo que dijo el presidente de Estados Unidos en respuesta al conflicto. “La manera más fácil de ahorrar dinero en nuestro presupuesto, miles de millones de dólares, es rescindir los subsidios y contratos estatales de Elon (Musk). Siempre me sorprendió que (Joe) Biden no lo hiciera”, escribió. Solo con ese anuncio, la acción de Tesla, la principal empresa dirigida por Musk, perdió miles de millones de dólares en bolsa.
Esta es la segunda postal, porque muestra que el gobierno de Estados Unidos, una de las democracias más sólidas del planeta, que ha liderado la lucha global en favor de la transparencia y el equilibrio de poderes... está hoy dirigido por una persona que lo utiliza como si se tratase de una de sus empresas. Más allá de los apellidos de los involucrados, un presidente elegido democráticamente está amenazando a un ciudadano con negarle el derecho a participar en la contratación estatal no porque tenga problemas de idoneidad, no porque haya un escándalo en su contra, no porque se haya robado los recursos, sino simplemente porque se atrevió a criticar en público al mandatario. Es el tipo de comportamientos que estamos acostumbrados a ver en países con regímenes autoritarios, no en las democracias maduras.
No nos sorprende que esa sea la situación, pero no deja de ser descorazonador confirmar el talante de uno de los hombres más poderosos del mundo. El multimillonario tampoco sale bien librado. Lo que dice Bill Gates apunta a lo cierto: después de haberse lucrado del capitalismo salvaje, la única idea que tuvo Musk fue hacerles daño a las personas más vulnerables, utilizar su poder para ahondar las dificultades y, en el proceso, enriquecerse aún más, pues su cercanía al presidente Trump le ayudó a conseguir nuevos contratos para sus empresas. Sí, esos mismos contratos con los que ahora es amenazado.
Si sirve de algo este desastre, y la verdad es difícil pensar que hay un propósito en medio de tanto caos, es para recordar por qué la democracia liberal, con su sistema de pesos y contrapesos, con su rechazo a las figurar monárquicas, con sus mecanismos de transparencia, son una respuesta preferible a ese tipo de oligarquía clientelista. La historia nos sigue demostrando que, cuando alguien recibe el poder de hacer lo que desee con el gobierno de un país, lo ejerce de manera arbitraria. Son tiempos muy difíciles para Estados Unidos y para los defensores de la democracia en todo el mundo.
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com
Nota del director. Necesitamos lectores como usted para seguir haciendo un periodismo independiente y de calidad. Considere adquirir una suscripción digital y apostémosle al poder de la palabra.