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¿“Muy fuerte para ser mujer”?

El Espectador

12 de agosto de 2024 - 12:05 a. m.
Aunque en algunos países está sobre la mesa el debate de permitir a deportistas trans participar en competencias deportivas de acuerdo con el género que se identifican, esa posibilidad no se ha autorizado en los Juegos Olímpicos y mucho menos en Argelia.
Foto: AFP - MOHD RASFAN

Imane Khelif, boxeadora argelina de 25 años, le dio a su país el primer oro en su deporte, pero su conquista va más allá de la presea. Su nombre se hizo famoso tras el combate eliminatorio del 1.° de agosto, donde la italiana Angela Carini se retiró luego de que Khelif la golpeara en la cara a menos de un minuto de comenzar, asegurando que nunca la habían golpeado tan duro. De manera precipitada, muchos medios de comunicación del mundo reprodujeron una primera versión de que supuestamente Khelif había fallado en 2023 una “prueba de género” de la Asociación Internacional de Boxeo (IBA), por la cual fue descalificada del campeonato mundial de India. Al parecer, la prueba habría establecido que Khelif tenía altos niveles de testosterona y que no tenía cromosomas XX (que determinan el sexo biológico femenino), sino XY (masculino).

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Que “no parece una mujer” porque es muy fuerte, muy alta, muy musculosa, porque lleva el cabello corto, porque se sienta con las piernas abiertas, que es una “mujer trans”, “hombre” y “persona intersexual” son algunas de las cosas que dijeron medios de comunicación y usuarios de redes para referirse a Khelif y acusarla de aprovecharse para combatir con otras mujeres y ganar. Esa información falsa y misógina se convirtió en material de ciberacoso por el cual Khelif ya presentó denuncia ante la Fiscalía de París. Es la consecuencia de omisiones graves de medios, entre los cuales nos incluimos y hacemos mea culpa. En un primer momento, faltó informar que la IBA nunca hizo públicos los resultados de los exámenes genéticos que supuestamente le realizó a Khelif; que la IBA es una organización liderada por funcionarios rusos y que aplicó la prueba luego de que Khelif derrotara a la rusa Azalia Amineva; o que en el pasado Khelif había sido vencida y no había tenido premios internacionales, por lo que era difícil argumentar que su supuesta ventaja biológica la había beneficiado antes. ¿No tiene más sentido pensar que para los Olímpicos de este año aprendió de sus derrotas y se entrenó mejor, antes que creer en un complot proveniente de un país donde ser trans es prohibido?

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Aunque en algunos países está sobre la mesa el debate de permitir a deportistas trans participar en competencias deportivas de acuerdo con el género que se identifican, esa posibilidad no se ha autorizado en los Juegos Olímpicos y mucho menos en Argelia. Por nuestra parte, pedimos disculpas y rectificamos posteriormente, como muchos medios hicieron. Abunda información verídica que respalda que Imane Khelif nació mujer y se identifica como tal, pero eso parece irrelevante para quienes se encuentran con una primera versión que confirma sus prejuicios.

Una paradoja en los debates relacionados con derechos de la población trans es que emergen voces desde el feminismo que coinciden con ideologías de derecha conservadoras que se rehúsan a reconocer la diversidad biológica de las mujeres. Cuando la tenista Serena Williams y la atleta Caster Semenya derrotaron a otras deportistas blancas, también fueron acusadas de ser hombres: sus cuerpos no encajaban en lo que sus críticos consideran “normal”. Y aunque ninguna de estas mujeres es trans, la forma de violencia que han padecido por “no verse afeminadas” proviene de las mismas personas transfóbicas que se han rasgado las vestiduras para insistir en que el sexo o el género está determinado solo por los genitales. Ahora, sin darse cuenta, evidenciaron su contradicción: dudan del género de una mujer por su apariencia física. En eso también consiste la transfobia: se exige a las personas acogerse a estereotipos estrictos sobre cómo se expresa el género, so pena de someter a escrutinio su genitalidad.

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