Nada justifica la violencia contra la mujer

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El Espectador
15 de septiembre de 2018 - 05:00 a. m.
La violencia es un problema de interés público, incluso si ocurre tras puertas cerradas. En el momento en que hay una agresión, la privacidad desaparece. / Foto: El Espectador
La violencia es un problema de interés público, incluso si ocurre tras puertas cerradas. En el momento en que hay una agresión, la privacidad desaparece. / Foto: El Espectador
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Una mujer publica en internet una fotografía mostrando una agresión en su contra, acusando a su exnovio de haber sido el perpetrador, y la sociedad colombiana entra en su guion de siempre: la cuestiona, afirma que “se la buscó” e incluso exclama que los trapos sucios deberían lavarse en casa. Por esas falencias culturales es que la violencia de género tiene una tasa de impunidad enorme.

Eileen Moreno, reconocida actriz colombiana, publicó una fotografía en su Instagram con el rostro visiblemente golpeado. Después, en entrevista con Vicky Dávila en W Radio, dijo que Alejandro García, también actor, y exnovio de Moreno, fue quien le causó la herida. Su testimonio de lo ocurrido es crudo: cuando estaba empacando sus cosas en la cama para irse, “siento la mano de él agarrándome el cuello y el pelo. Me tira al piso, empieza a insultarme y a arrastrarme por el pasillo. Yo siento mucho, mucho miedo porque era un noveno piso”.

En entrevista posterior, Gabriel Blanco, mánager de ambos artistas, confirmó que, aunque no presenció los hechos de primera mano, sí da fe de que Moreno fue golpeada y que vio su herida. Los hechos, que ocurrieron en México, están bajo investigación por las autoridades.

El caso se volvió viral y muchas personas expresaron su apoyo a Moreno tomándose fotografías con el mensaje de que es necesario denunciar a los agresores. Se trata de un llamado que compartimos y apoyamos.

No obstante, la reacción de otro fragmento de la población demuestra, precisamente, por qué las víctimas, en particular las mujeres, tienen muchos incentivos para quedarse calladas.

García, en lo que él considera una defensa, publicó en su cuenta de Twitter una grabación donde parece escucharse a Moreno agrediéndolo verbalmente. “Este audio sólo es para que vayan conociendo a la verdadera Eileen Moreno”, escribió el actor. A partir de ahí, muchas personas partieron para decir que era evidente que se trataba de una disputa entre dos agresores.

Lo anterior es una manera rebuscada de argumentar que la víctima “se buscó” la agresión. Falsa equivalencia: incluso si Moreno incurrió en actos reprochables, eso bajo ninguna circunstancia justifica los golpes que recibió. Cuando excusamos a los agresores fomentamos que las víctimas no hablen y, además, que no se defiendan. El rechazo a lo ocurrido debe ser irrestricto.

Por su parte, Blanco justificó su silencio sobre el caso porque supuestamente es un asunto que corresponde “única y exclusivamente (a) los involucrados”. Otra forma de decir que los trapos sucios se lavan en casa. Pero esa misma mentalidad es la que les niega a las víctimas la posibilidad de escapar de los ciclos de abuso. La violencia es un problema de interés público, incluso si ocurre tras puertas cerradas. De hecho, la gran impunidad en casos de violencia intrafamiliar se debe a la complicidad que produce la protección del “hogar” como espacio sagrado que sólo les interesa a quienes lo habitan. En el momento en que hay una agresión, la privacidad desaparece.

Cada vez que una mujer denuncia públicamente este tipo de hechos, cientos de miles de otras que probablemente están atrapadas por relaciones dañinas miran con atención la reacción de la sociedad. Para que no sigan callando, tenemos que abandonar esta inquisición social contra las denunciantes.

¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a yosoyespectador@gmail.com.

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