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La Corte Constitucional tomó una decisión que hace aún más urgente que en Colombia se haga una reforma pensional estructural. En un fallo que pasará a la historia como uno de los más importantes en materia de protección de derechos sociales, el alto tribunal dijo que las mujeres del país deben poder pensionarse a partir de las 1.000 semanas cotizadas, en contraste con las 1.300 semanas que se exigen bajo la legislación actual. Aunque la sentencia da un plazo hasta el 2026 para empezar a implementar el cambio, el Congreso de la República debe tomar el liderazgo de la discusión y aprovechar que sobre la mesa hay una propuesta de reforma pensional en la que se puede incluir un enfoque diferencial mucho más ambicioso. Es necesario.
Actualmente, una mujer en Colombia se puede pensionar cuando cumpla dos condiciones: llegar a los 57 años y haber cotizado 1.300 semanas en el sistema de seguridad social. Esas 1.300 semanas son las mismas que se exigen a los hombres, aunque ellos tienen una edad de pensión superior, 62 años. La Corte estudió la ausencia de diferencias en semanas y encontró que se trataba de un obstáculo indebido para las mujeres. En palabras del alto tribunal, “la diferencia en la edad pensional, que ha sido el esquema tradicionalmente usado por el régimen jurídico en el país, hoy en día resulta insuficiente de cara a profundizar la aplicación del mandato constitucional por superar la discriminación por razones del género”.
El cálculo tiene razón de ser en la realidad social. Por un lado, como comentábamos hace apenas un par de días en este espacio, la tasa de desempleo en las mujeres (13,9 %) es y ha sido históricamente mucho más alta que la de los hombres (8,4 %). La dificultad de acceder al mercado laboral se suma al hecho de que ellas son las encargadas de las labores de cuidado que, aunque nunca han sido reconocidas como un trabajo, lo son. Como le dijo Alejandra Trujillo, abogada y coordinadora de proyectos en Fescol, a El Espectador, “según la más reciente Encuesta Nacional del Uso del Tiempo, las mujeres dedicamos en promedio siete horas y 46 minutos al día en el trabajo de cuidado no remunerado, mientras que los hombres dedican tres horas y seis minutos”. Estas circunstancias llevan a que las mujeres tengan tantos problemas para cumplir con las semanas de cotización, lo que las deja aún más desprotegidas en su vejez.
Ahora, hay preocupaciones que son justas. Analistas han preguntado de dónde va a salir el dinero en un sistema que de por sí está desahuciado. También hay una preocupación por la calidad de las pensiones a las que las mujeres puedan acceder, pues la reducción en las semanas también implica menos monto de cotización y un promedio mucho menor de dinero a la hora de cobrar la pensión. Ambos son problemas serios que hacen más necesario que el Congreso tome la vocería. La propuesta pensional del Gobierno puede servir como base, pero tiene que modificarse no solo para incluir lo solicitado por la Corte Constitucional, sino además para garantizar la sostenibilidad a largo plazo del sistema. Esto requiere consenso político, si bien parece inalcanzable en medio de la turbación nacional. Lo que es claro es que necesitamos una reforma antes del 2026.
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