Publicidad

No permitamos que la violencia secuestre la protesta

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
30 de mayo de 2021 - 03:00 a. m.
Ya que las estructuras institucionales y tradicionales de poder han mostrado su ineficiencia y han perdido credibilidad y confianza, todos los esfuerzos comunitarios deben comenzar a converger en una construcción colectiva y desde abajo. / Foto: AFP
Ya que las estructuras institucionales y tradicionales de poder han mostrado su ineficiencia y han perdido credibilidad y confianza, todos los esfuerzos comunitarios deben comenzar a converger en una construcción colectiva y desde abajo. / Foto: AFP
Foto: AFP - LUIS ROBAYO
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

A más de un mes de iniciado el paro nacional, ¿cómo conseguimos que los procesos comunitarios y los reclamos sociales no terminen secuestrados por la violencia creciente y los efectos de los bloqueos? Es necesario encontrar, cuanto antes, válvulas de escape que conduzcan los importantes esfuerzos que se han visto en el país y que superan los ámbitos de acción del Comité del Paro y del mismo Gobierno Nacional. No podemos permitir que este grito de inconformismo y demandas justas de transformación termine silenciado, como tantas veces en el pasado, a sangre y fuego. Para eso tenemos que llegar, y pronto, a un punto final que permita tramitar las frustraciones más profundas.

¿Para qué ha servido este mes? Dependiendo de a quien se le pregunte, las respuestas a ese interrogante empiezan a mostrar una Colombia dividida, adolorida, confundida y lejos de llegar a una solución al paro nacional y sus desarrollos. Es una lástima, pues la ambición de las manifestaciones sociales habla de un país, y en especial de una juventud, con profundos intereses en construir una Colombia menos desigual. Contar la historia de lo ocurrido en el último mes sin mencionar las múltiples expresiones pacíficas, los esfuerzos comunitarios por elaborar propuestas, los gritos de denuncia que han evidenciado atrasos de décadas, sería un acto en extremo injusto, también equivocado. Mayo nos mostró una Colombia que clama por reformas estructurales.

Sin embargo, los saldos de los últimos días han mostrado que la violencia comienza a tener un protagonismo perverso. Al número impresionante y preocupante de denuncias por violencia policial se suman ataques a la fuerza pública y a edificios y otras propiedades. Esta semana terminó con dos noticias trágicas: el asesinato de un estudiante en Tuluá y la quema del Palacio de Justicia de la ciudad, y el asesinato de dos personas a manos de un funcionario del CTI que luego fue linchado y también asesinado en una Cali que luce entregada a la ley de la selva. Estos hechos dan testimonio terrible de un país desbocado y cada vez más inclinado a abrir la puerta del caos. Con los acuerdos todavía lejos, ¿cómo detener este paso avasallador de la violencia?

Hay que partir de un diagnóstico con varios componentes. Primero, los diálogos están dispersos. Por todo el país hay mesas y personas con buena voluntad e ideas construyendo propuestas y llegando a acuerdos puntuales, pero esos esfuerzos no se articulan entre sí ni tienen vocación de solucionar el paro. Segundo, el Gobierno enfrenta una crisis de legitimidad y liderazgo que obstaculiza sus diálogos con los manifestantes. Tercero, el Comité del Paro no representa a sectores importantes del mismo. Cuarto, prolongar en el tiempo los aspectos más disruptivos de la protesta tiene costos sociales altísimos: se detiene la producción, se pierden empleos y se dilapidan recursos públicos, todo lo cual aleja las oportunidades que se reclaman. Quinto, sin acuerdos claros e implementables, puede ocurrir lo que tantas otras veces ha pasado en Colombia: que se aborten las transformaciones sociales a causa de la violencia.

¿Qué hacer, entonces? En este punto y hora, se nos antoja que la respuesta tiene que surgir desde la sociedad civil. Ya que las estructuras institucionales y tradicionales de poder han mostrado su ineficiencia y han perdido credibilidad y confianza, todos los esfuerzos comunitarios deben comenzar a converger en una construcción colectiva y desde abajo. Hay varias y buenas propuestas sobre la mesa para hacerlo, pero es necesario pasar a la acción para no permitir que los justos reclamos del paro se diluyan; de lo contrario, Colombia está cerca de entrar en un camino de caos, paralización y violencia que a nadie conviene.

¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.

Nota del director. Necesitamos de lectores como usted para seguir haciendo un periodismo independiente y de calidad. Considere adquirir una suscripción digital y apostémosle al poder de la palabra.

Conoce más

Temas recomendados:

 

Hernando(roc6d)01 de julio de 2021 - 03:36 p. m.
Condenar toda violencia presupone la deslegitimación de la legítima defensa. En muchos casos la violencia de los manifestantes ha sido respuesta al uso de fuerza desmedida por parte de la fuerza pública para sofocar las protestas y no se espera que los conglomerados humanos se comporten como rebaños de ovejas.
ANA(11609)31 de mayo de 2021 - 08:54 p. m.
Por favor, don Fidel no puede usted, quitarle el primer puesto a este pobre desgobierno al que no respeta nadie. "Segundo, el Gobierno enfrenta una crisis de legitimidad y liderazgo que obstaculiza sus diálogos con los manifestantes".
Gisela(54761)31 de mayo de 2021 - 08:52 a. m.
Muchas gracias. Expresa lo que muchos sentimos, el paro ha sido un soplo de esperanza para ajustarnos a los tiempos, esperanza ante la juventud que marcha junta por encima estratos y racismos. Y de horror al ver los esfuerzos de un sector para otra vez no mirar, ignorar, calumniar, y polarizar con miedo y mentiras. ¡No dejemos que la violencia y el odio, de ambos lados tome la delantera!
Santiago(13232)31 de mayo de 2021 - 01:11 a. m.
La radicalización se ha tomado no solo las marchas y las contra-marchas, el paro y el contra-paro, el discurso y el contra-discurso, sino también la visión de unos por una Colombia más justa y la de otros por una Colombia más de ellos. Triste ver que foristas han caído en lo mismo y secuestran el foro, que debería ser de deliberación y debate, en lugar de un Mar de consignas iracundas..
  • María(60274)31 de mayo de 2021 - 02:07 a. m.
    Yo no "secuestré" el foro, o es que le impedí dar su opinión? Nadie lo obliga a leer mis comentarios, yo opino y usted opina, hay democracia, o fue que salí con trampas para poderlo asesinar como hace este gobierno genocida?
Olga(88990)31 de mayo de 2021 - 12:53 a. m.
Quizás la solución sea más sencilla de lo que parece: EL BLOQUEO SISTEMÁTICO, de gobiernos y clase dirigente, a los derechos señalados por la Constitución del 91, ¡DEBE TERMINARSE YA! No parece fácil, sobre todo en este (des)gobierno, pero el brío y la inteligencia de la juventud que hizo posible ese gran cambio, ha de llevar a que la juventud y la población, hoy, no queden sin esperanza.
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.