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Obama rinde cuentas

En su legado estarán las mejoras en materia económica y en lo social, logros como la aprobación de la reforma al sistema de salud que ha permitido el acceso de la cobertura médica a millones de personas.

El Espectador
15 de enero de 2016 - 08:25 p. m.
Pese al ruido de los extremistas, la historia recordará la Presidencia de Barack Obama con buenos ojos. / EFE
Pese al ruido de los extremistas, la historia recordará la Presidencia de Barack Obama con buenos ojos. / EFE

Barack Obama realizó su último informe sobre el estado de la Unión con un positivo balance. No sólo evidenció frente a sus detractores que entrega un mejor país que el que encontró al comenzar 2009, sino que reivindicó un manejo más civilizado de la política frente al miedo y el odio que promueve la derecha republicana. Hay que resaltar el importante espaldarazo dado a nuestro proceso de paz al decir que cuando se ayuda “a Colombia a resolver una guerra que lleva décadas, se fortalece el orden internacional del que dependemos”.

Con la vista puesta adelante habló del hecho de vivir en una época de cambios extraordinarios y se enfocó en el futuro al establecer cuatro prioridades: una economía más equitativa y segura; una tecnología que mantenga a ese país en la vanguardia de la innovación y permita combatir amenazas como el cambio climático; una política exterior que garantice el liderazgo de EE. UU. sin ser el gendarme del mundo, y un estilo de hacer política más amable y menos polarizado. Es, sin lugar a dudas, la visión de un estadista que con el sol a sus espaldas quiere dejar una hoja de ruta para las próximas décadas.

Obama ha tenido que pasar por coyunturas complejas en estos ocho años. Su gestión de gobierno será medida desde las promesas que hizo durante la primera campaña y el “Sí, podemos” hasta lo que ha logrado cumplir. El balance es positivo. En especial por el hecho de que buena parte de su presidencia la ha tenido que adelantar con un Congreso mayoritariamente adverso en manos de la derecha republicana. Derecha, dicho sea de paso, que surgió con especial fuerza a través del Tea Party como reacción a lo que consideraban la instauración de reformas demócratas demasiado escoradas hacia la izquierda. De dominar la Cámara pasaron a conquistar el Senado y, por consiguiente, el poder de vetar y, en algunos casos, bloquear la aprobación del presupuesto, paralizando buena parte de la administración federal.

En su legado estarán las mejoras en materia económica y en lo social, logros como la aprobación de la reforma al sistema de salud que ha permitido el acceso de la cobertura médica a millones de personas. En política exterior restableció las relaciones diplomáticas con Cuba y alcanzó el acuerdo nuclear con Irán, cumpliendo así con su premisa de priorizar la diplomacia y la actuación dentro de los organismos multilaterales. También mencionó el liderazgo de su país en la lucha contra el calentamiento global. En materia de terrorismo las cosas no le han sido tan favorables. A pesar de dar de baja a Osama Bin Laden y anunciar el retiro de sus tropas de Oriente Medio, sigue enfrascado en Siria, Irak y Afganistán. Por último, y dado el panorama adverso en el Capitolio, mediante acciones ejecutivas impulsó medidas a favor de los inmigrantes ilegales y, recientemente, disposiciones para controlar la venta indiscriminada de armas frente a las masacres. De ganar los republicanos, éstas serían derogadas de inmediato.

En medio de la campaña electoral por la Presidencia el miedo es un elemento que se vende muy bien en política, y Estados Unidos ha sido un claro ejemplo. Bien sean el racismo, la Guerra Fría, el terrorismo, la debacle económica, el fundamentalismo islamista o los migrantes, siempre ha habido un coco que logra calar en un electorado ávido de preservar la supremacía del país del Norte. De ahí que, sin mencionarlos, dirigiera una fuerte andanada a la forma como los candidatos republicanos, encabezados por Donald Trump, exacerban los peores sentimientos xenófobos. “Debemos rechazar cualquier política que apunte a personas por su raza o religión. No se trata de corrección política; se trata de entender qué es lo que nos hace fuertes”.

Así las cosas, le corresponderá al electorado decidir en noviembre si avala los logros e ideas progresistas promovidos por Obama o se inclina por el complejo camino del miedo, el odio y la imposición forzada de la supremacía estadounidense.

¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a yosoyespectador@gmail.com.

Por El Espectador

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