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Otro opositor de Vladimir Putin fue envenenado

25 de agosto de 2020 - 05:00 a. m.
Alexei Navalny fue hospitalizado por un presunto envenenamiento. Para la debilitada oposición rusa, esta tragedia es otro golpe más. / Foto: EFE
Alexei Navalny fue hospitalizado por un presunto envenenamiento. Para la debilitada oposición rusa, esta tragedia es otro golpe más. / Foto: EFE
Foto: Agencia EFE

No es la primera vez que ocurre. Alexei Navalny, una de las pocas voces que se ha atrevido a cuestionar la corrupción de Vladimir Putin a la cabeza de Rusia, sufrió un intento de envenenamiento. Al momento del cierre de esta edición, su salud todavía se encuentra en un estado crítico. Tan pronto llegó a un hospital, la policía rusa empezó a confiscar sus pertenencias, los doctores ocultaron los reportes de toxicología e hicieron todo lo posible para que no fuese trasladado a Alemania, como lo solicitaron sus familiares y aliados. Mientras que el presidente ruso modifica la Constitución a su antojo para perpetuarse en el poder, todas las voces de disenso en su país terminan silenciadas, aterrorizadas o en tragedias. Los países democráticos deben condenar de manera inequívoca los abusos de poder que se siguen presentando.

Según la BBC, al político Boris Nemstov lo asesinaron a tiros. Lo mismo ocurrió con la periodista Anna Politkovskaya. Al exagente de inteligencia Alexander Litvinenko lo envenenaron en Inglaterra. Como ellos, son varios los casos de políticos, periodistas y opositores que, por denunciar los atropellos del régimen de Putin, terminan siendo víctimas de atentados contra su vida, ya sea a través de venenos o sicarios. Por supuesto, la responsabilidad nunca se rastrea hasta la cabeza. El sistema judicial ruso está cooptado por las malas prácticas corruptas que resumen al régimen. Sin embargo, las agencias de inteligencia de varios países de Occidente sospechan que hay intereses políticos detrás de los silenciamientos. No se necesita mucho para entender el porqué: el patrón está claro. Los opositores de Putin tienen una preocupante tendencia a ser envenenados.

Ahora el turno fue de Navalny. Estaba en un avión cuando empezó a sentirse mal y tuvieron que hacer un aterrizaje de emergencia. Lo llevaron al hospital donde quedó en coma. Allí, según su equipo de trabajo, fue rodeado por la policía, se le prohibió a su esposa visitarlo y se desaparecieron varios de sus bienes. Además, el equipo médico, que en un principio fue claro sobre lo que ocurría, empezó a dilatar y dilatar la entrega del reporte de toxicología. Por eso pidieron un traslado a Alemania.

Ayer, el hospital Charité en Berlín, según la BBC Mundo, reportó que “las pruebas clínicas sugieren una intoxicación por una sustancia que pertenece al grupo de los inhibidores de la colinesterasa. Todavía no sabemos cuál es la sustancia exacta. Hemos iniciado un análisis profundo. El efecto del veneno, la inhibición de la colinesterasa en el organismo, ha sido probado varias veces y en laboratorios independientes”.

Hace unos meses, Navalny había denunciado que la reforma a la Constitución impulsada por Putin para quedarse en el poder era “un golpe de Estado”. Los cambios le permiten a Putin quedarse en la presidencia, pese a que ya ha gobernado durante cuatro períodos. Navalny también dijo que el partido del presidente “es de ladrones y fraudes”. Para la debilitada oposición rusa, esta tragedia es otro golpe más. El rechazo tiene que ser contundente.

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