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¿Peligra el metro?

LA CONSTRUCCIÓN DEL METRO, EN la que la capital requiere de la participación financiera de la nación, no cuenta con el visto bueno del director de Planeación Nacional, Esteban Piedrahita, quien manifestó que tal y como está diseñado el proyecto no es viable.

El Espectador

27 de junio de 2010 - 06:00 p. m.
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A 18 meses de que termine el mandato del alcalde de Bogotá, Samuel Moreno Rojas, se enreda entonces, una vez más, la posibilidad de que su proyecto bandera, aquel que lo llevó a la alcaldía, se torne realidad.

La posición de Peidrahita, respetable pero algo intransigente, obedece a la críticas recomendaciones hechas por las universidades Nacional y los Andes, en las que se solicitan estudios de suelo e incluso se exigen estudios adicionales para todo el proyecto. Dos peticiones lícitas, y con seguridad técnicas, pero que de realizarse implicarían que no será esta la administración encargada de adjudicar la primera línea del metro.

El funcionario llegó aún más lejos. Cuestionó los estudios elaborados por el consorcio español Sener-Transporte Metropolitano de Barcelona, que costaron 19.600 millones y que, en su opinión, no son suficientes para que Planeación emita un concepto positivo, dada la posibilidad de que existan sobrecostos y de que la demanda sea inferior a la estimada;  agregó que en la actualidad es más importante hacerle ajustes a Transmilenio y garantizar la entrada en funcionamiento del Sistema Integrado de Transporte Público (Sitp), y sostuvo, acaso como conclusión, que “hay que arreglar lo que uno tiene, antes de acometer cosas nuevas”. En síntesis, puede que el Conpes, que saldrá a finales de julio con vistas a una solución integral de movilidad regional, le exija al Distrito nuevos estudios complementarios que garanticen la viabilidad del proyecto. 

En reacción a la andanada el alcalde Moreno defendió el estudio contratado por su administración y se manifestó contrariado con las observaciones hechas por los entes educativos. “Una universidad”, dijo, “no me va a decir cuál es el trazado de una línea del metro en Bogotá”. Insistió también en que el proyecto cuenta con un mandato popular y un compromiso del propio presidente Uribe y recordó, acaso con razón, que ya son varios los estudios que se han elaborado en la historia reciente de la ciudad para llevar a feliz término la construcción del añorado metro.

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Al respecto, quizá sea justo constatar que el propio Piedrahíta afirmó que las universidades contratadas como validadoras sólo harían una recomendación sobre cuáles podían ser los esquemas de cofinanciación para el metro, el tren de cercanías y Transmilenio.  Por lo menos eso fue que lo se les explicó a los medios de comunicación pese a que ahora, hechas las anotaciones académicas, claramente estamos ante observaciones que tratan, igualmente, sobre la ruta ideal para la línea que inaugure el metro en Bogotá. Una potestad que no le incumbe necesariamente a la nación. Es más, del tren de cercanías, frente al que las universidades también tienen reparos de índole ambiental y financiera, nada ha expresado Planeación Nacional. Y ello no obstante el que Piedrahita esté interesado en avanzar en el desarrollo del Sitp y sea el encargado de sacar adelante el Conpes.  

De acá que más de un analista considere  que el futuro de la movilidad dejó de ser un debate eminentemente técnico para pasar a convertirse en un rifirrafe político.

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Por El Espectador

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