Colombia necesita una reforma pensional. Además, en un tema distinto pero íntimamente relacionado, estamos carentes de soluciones contundentes para el desempleo, especialmente en los jóvenes que no pueden acceder a la economía formal por falta de oportunidades y requisitos irracionales. Esta semana hubo dos preocupantes recordatorios de estas deudas de la agenda pública que, además, han estado ausentes en la campaña a la Presidencia.
El miércoles, Twitter se llenó de personas compartiendo pantallazos del extracto donde les contaban los rendimientos de su pensión en Porvenir. En todos los casos, los colombianos estaban viendo cómo la rentabilidad del fondo privado había, en la práctica, reducido el dinero disponible con el que eventualmente planean pensionarse. En efecto, según cifras preliminares de la Asociación Colombiana de Administradoras de Fondos de Pensiones y Cesantías (Asofondos), entre enero y abril la rentabilidad fue de sólo 0,3 %, equivalente a $300.000 millones. Por eso tantas personas vieron pérdidas.
La indignación y el susto, aunque entendibles, fueron prematuros. También denotan que entre la población colombiana general hay un desconocimiento sobre cómo funcionan los mecanismos de ahorros y, en particular, la pensión. ¿Señal de que necesitamos fomentar la educación financiera entre la población?
Como explicó en Blu Radio Santiago Montenegro, presidente de Asofondos, “en los últimos 12 meses las rentabilidades de los trabajadores se valorizaron en $22 billones, en los últimos dos años, $42 billones; el histórico es $141 billones sobre los $226 billones que son el total de los ahorros de los trabajadores, las volatilidades pueden ser negativas en un trimestre, dos trimestres, nunca ha habido una rentabilidad negativa en un año, jamás, y así es como hay que ver esas cifras”.
En síntesis, el pánico es injustificado porque: 1) la baja en la rentabilidad se debe a un ajuste del mercado, que suele ocurrir, y 2) las pensiones deben evaluarse en plazos más amplios porque los altibajos mes a mes no son la mejor manera de medirlas. Por supuesto, si al final del año vemos que empezó una tendencia de baja rentabilidad, el debate deberá ser otro. Pero por ahora los expertos concuerdan en que no deberíamos reaccionar exageradamente. Los colombianos que han decidido confiar en los fondos privados deben tener paciencia. También es bueno recordar que la Superintendencia Financiera tiene mecanismos para proteger a los trabajadores del país en caso de que el problema crezca.
Dicho lo anterior, nos encontramos de nuevo hablando de pensiones. ¿Por qué no estamos hablando de la sostenibilidad a largo plazo del sistema con todos los retos actuales? Hay uno que se agregó esta semana. Según un informe de la Universidad Libre, hay casi tres millones y medio de jóvenes colombianos que están desocupados o no tienen un empleo formal. Esto, entre muchas cosas, significa que no están cotizando en ningún fondo pensional, dificultando la sostenibilidad del sistema de seguridad social y, además, aplazando el momento en que se harán merecedores del derecho a la pensión.
Los datos retomados por la Libre, aunque no pintan un panorama nuevo en el país, sí deben renovar la angustia. Hay demasiados jóvenes recién graduados que no consiguen empleo y que viven frustrados. Una denuncia constante es que las empresas exigen experiencia previa, algo imposible de cumplir cuando no se ha tenido el primer trabajo. Programas como 40.000 Primeros Empleos del Gobierno Nacional han ayudado, pero el problema sigue creciendo.
Aunque parecen temas distintos, las pensiones y el desempleo le apuntan a lo mismo. ¿Queremos una Colombia con economía formal? ¿Nuestra idea es seguir prometiendo un régimen de seguridad social que les dé bienestar a los colombianos una vez abandonen la edad productiva? Necesitamos, entonces, que más jóvenes trabajen, que el país produzca oportunidades de manera constante y que por fin los líderes políticos estudien con cuidado el actual sistema pensional.
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