Para ser un país donde el liderazgo político una y otra vez dice, en consenso, que está trabajando por los niños y adolescentes, la realidad de Colombia es profundamente dolorosa y decepcionante. No hay otra conclusión que pueda salir del informe presentado por Niñez Ya, una alianza de 200 organizaciones, donde se evidencia que la niñez está amenazada en todos los sectores. ¿Dónde quedan las promesas políticas? ¿De qué sirve que la niñez sea invocada siempre en debates morales si, a la hora de lo importante, es desechada y menospreciada?
Como escribió Sergio Silva Numa, editor de la sección Vivir de El Espectador, al explicar los hallazgos del estudio, la Misión de Sabios fue desatendida cuando pidió que se priorizara a la niñez colombiana. Y es que por donde se le mire hay una crisis: en el 2020, el ICBF reportó 39.986 procesos por vulneración de derechos de niñas, niños y adolescentes, la mayoría por violencia sexual. Esto va de la mano con serias afectaciones en salud mental: en el 2020, 126 menores de 15 años y 334 adolescentes entre 15 y 19 años fueron víctimas de suicidio. La inasistencia escolar en zonas rurales en el 2021 pasó de 4,8 al 30,1 %, mientras que el reclutamiento forzado aumentó.
Lo peor es que, en contraste con estas cifras de realidades dolorosas, la inversión del Estado es insuficiente. Solo invertimos 0,3 % del PIB en educación inicial, lejos del 0,7 % del promedio de los países que están en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Además, en el 2021, según datos de la Fundación de Empresarios de la Educación citados por El Espectador, “el presupuesto de inversión en la calidad de la educación inicial, preescolar, básica y media se redujo en cerca de $1 billón (64 %), al pasar de $1,6 billones a $583.000 millones”.
Es inevitable pensar en el pánico moral que se ha fomentado para buscar réditos electorales con la decisión de la Corte Constitucional sobre el aborto. Por todo lado pululan los mensajes de la importancia de la niñez para criticar al alto tribunal, pero lo que ignoran (u ocultan) es que Colombia es un país hostil para la juventud. También lo es para las madres: según Niñez Ya, la mortalidad materna viene en aumento. En 2020 se incrementó 34,8 % con respecto a 2019, al pasar de 299 a 403 muertes. En 2021 el aumento fue de 13,1 % con respecto a 2020. Un dato que podemos tomar de otros países: el aborto libre y una mejor educación sexual son herramientas muy efectivas para erradicar la mortalidad materna.
¿Entonces, qué hacemos? No hay respuesta fácil, por eso los discursos políticos sobre la niñez suelen quedarse en unos pocos puntos populistas. Niñez Ya propone una serie de inversiones y medidas integrales que involucran a todo el Estado. En el informe, uno de los niños encuestados ofrece un punto de partida al que debemos hacerle eco: “Si pudiera hablar con un gobernante le diría que vele por la educación del país, así como por dar mayor oportunidad laboral para evitar la pobreza. Le diría que piense en el país como si fuéramos su familia”.
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