
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
La pelea en el Congreso y en los tribunales por las curules de las víctimas del conflicto es innecesaria. Aumentar la representación política de quienes han sido victimizados, marginados y silenciados es un acto de reparación, de construcción de un Estado más equitativo y una gran herramienta contra la violencia. En el país donde ser líder social suele ser una sentencia de muerte, crear las circunscripciones debió haber sido motivo de consenso. En cambio, hoy, en vísperas de su sanción presidencial, sigue siendo objeto de ataques, dilaciones parlamentarias y hasta bandera de campaña para 2022. ¿Era necesario tanto lío simplemente por buscar más inclusión?
Hay que romper los estigmas. Las 16 circunscripciones transitorias especiales de paz tienen el propósito de llegar a los lugares históricamente excluidos de Colombia para darles representación política a sus líderes. Se excluyó de esos espacios a los partidos políticos tradicionales y también al Partido Comunes para garantizar que sean los liderazgos comunitarios los que lleguen al Congreso. El objetivo es diversificar las voces y, ojalá, que la mirada del país se pose más a menudo sobre los territorios que hoy son lugar de fuertes confrontaciones amparadas por el abandono estatal.
Los argumentos en contra de las curules de las víctimas no nos convencen. Se ha dicho que es negativo expandir el Congreso en tiempos de austeridad, pero se trata de un crecimiento poco costoso comparado con el hecho de materializar lo pactado y darles más espacios a las víctimas. Apostarle a la paz es un rubro necesario.
También se dijo, una y otra vez, que las curules son una trampa para darles más representación a los exmiembros de las Farc. En su cuenta de Twitter, el expresidente Álvaro Uribe Vélez aseveró que se trata de una “imposición (del) Acuerdo de La Habana”, cuyo fin es “aumentar la participación de Farc y aliados”. También llamó a un “referendo para disminuir Congreso y responder a verdaderas víctimas”. Aunque el Gobierno ha dicho que sancionará las curules, el presidente Iván Duque comentó que debe garantizarse “que esas curules sean para las víctimas, para las personas que tantos años fueron laceradas del terrorismo”.
Estamos de acuerdo en que las curules deben ser para las víctimas del conflicto, no beneficiar a ningún partido político ni mucho menos al Partido Comunes. Pero eso se logra a través del apoyo a las circunscripciones, el monitoreo de las elecciones y la garantía efectiva de que se cumpla lo pactado. Insistir en un referendo es seguir queriendo borrar lo logrado, crear más división en el país y echar por la borda el esfuerzo por reconocer y reparar a las víctimas del conflicto.
El presidente Duque pidió una reglamentación que cumpla con los objetivos de las curules. Así debería ser. También sería útil que los candidatos al próximo Congreso y a la Presidencia envíen mensaje inequívocos sobre la importancia de las circunscripciones. Con la propuesta de referendo andando, el debate seguirá abierto, pero alargarlo es innecesario. La inclusión es una buena noticia.
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.
Nota del director. Necesitamos lectores como usted para seguir haciendo un periodismo independiente y de calidad. Considere adquirir una suscripción digital y apostémosle al poder de la palabra.