¿Por qué le huyen a la consulta anticorrupción?

Es extraña la ambivalencia que el Centro Democrático ha demostrado con la consulta anticorrupción del próximo 26 de agosto. Aunque al momento de aprobar el llamado a las urnas, en plena campaña electoral, figuras como el expresidente y senador Álvaro Uribe y la senadora Paloma Valencia dijeron respaldar la medida, ahora, después de posesionado el presidente Iván Duque, dicen que es inconveniente. ¿Se trató de oportunismo político? Y, más importante aún, ¿qué ganan entorpeciendo un proceso que cuenta con el apoyo de tantos colombianos, incluido el presidente de la República, de su mismo partido?

El Espectador
11 de agosto de 2018 - 02:30 p. m.

Durante su discurso de inicio de gobierno, el presidente Duque anunció la presentación en el Congreso de una serie de reformas para combatir la corrupción. Varias de ellas, como forzar la publicación de las declaraciones de renta de los funcionarios, se tocan con las preguntas de la consulta. Sin embargo, como le dijo la exsenadora Claudia López a El Espectador, “de los siete puntos que están en la consulta, el presidente solo radicó dos iniciativas que las recogen”. Por fuera quedarían cinco medidas clave de la consulta: quitar beneficio de casa por cárcel a corruptos, cancelar contratos de corruptos sin indemnización, extinguir dominio a corruptos y testaferros, rendición cuentas congresistas y reducir su salario, y eliminar la llamada "mermelada" y obligar a las autoridades a hacer audiencias públicas para desglosar y priorizar el presupuesto.

Entonces, no puede decirse que las reformas anunciadas por Duque inutilicen la consulta, por varios motivos. Primero, porque no sería la primera vez que en el Congreso se discuten reformas similares, las cuales todas han terminado hundiéndose. Segundo, porque sobre la mesa hay varias medidas que no fueron tenidas en cuenta por el equipo del presidente. Tercero, porque una votación multitudinaria enviaría un mensaje político contundente: no vamos a tolerar la debilidad con los corruptos. Cuarto, porque la consulta, como dijo la senadora Angélica Lozano, “permite que el pueblo colombiano apruebe lo que el Congreso ha hundido ocho veces desde 2014”, dado que es un mandato que no puede ser obviado.

El reto es enorme, pues por lo menos 12’300.000 personas deben votar, casi un tercio del censo electoral. Pero es una oportunidad de oro para que los colombianos tomen el control de las reformas que la clase política, sin distinción de ideología, se ha negado a aprobar año tras año.

Por eso es tan frustrante que los parlamentarios, que aprobaron por unanimidad la consulta en época de campaña, ahora se hagan los de vista gorda. Saben muy bien, en sus cálculos políticos, que la inacción equivale a fomentar que se hunda la consulta. Por esto mismo es que a tantos colombianos les cuesta creer en ellos. ¿Por qué se incomodan con darle a la población las herramientas para decidir cómo atacar la corrupción?

Haría bien el presidente Duque, quien se ha declarado partidario de la consulta, en ser más vehemente en su apoyo. La pedagogía que puede adelantar el Gobierno llevará a más personas a las urnas, logrando que no se pierdan todos los esfuerzos realizados.

A un par de semanas de llegar a las urnas, era esperable ver a la clase política cambiando sus discursos, pero no por eso es menos decepcionante. Con su actuar, justifican la movilización ciudadana que hubo detrás de esta convocatoria.

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Por El Espectador

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