¿Qué quiere el Eln?

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El Espectador
22 de junio de 2017 - 02:00 a. m.
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Foto: EFE - Christian Escobar Mora
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Se repite el guion: periodistas en ejercicio de su labor en la zona del Catatumbo, en Norte de Santander, fueron secuestrados pese a que estamos en medio de un proceso de paz entre el Gobierno y el Eln. Después de dar varias vueltas, la guerrilla confirmó que los tenía en su poder. Es necesaria la pregunta: ¿de verdad busca el Eln la paz o va a desperdiciar esta oportunidad histórica?

Eugenio Ernest Marie, de 68 años, y Derk Jhoannes, de 52, periodistas holandeses, fueron secuestrados hace tres días en la zona del Catatumbo. Al cierre de esta edición, gracias a la intermediación de una comisión humanitaria conformada por el personero de Tibú e integrantes de la asociación de personeros de Catatumbo, y a la intervención de la Iglesia católica, se inició su proceso de liberación. No obstante este gesto, que el secuestro haya ocurrido es una muestra más de lo difícil que sigue siendo acabar los conflictos en el país.

En un principio, ante los señalamientos de su responsabilidad, el Eln respondió a través de un comunicado ridículo por lo lejano que suena de cualquier racionalidad. Además de decir que no estaban seguros de que se tratara de un acto realizado por sus miembros (después aceptaron responsabilidad), dijeron que en cualquier caso se trataría de “privaciones temporales de la libertad a personas desconocidas y ajenas a las comunidades, se corresponde con una actitud preventiva, de ejercicio de protección y seguridad, natural para cualquier fuerza insurgente”. Es decir, culparon a los periodistas por no haber anunciado que irían, y por eso se arrogan el permiso de secuestrarlos.

Esa lógica no es válida ni mucho menos aceptable. Una guerrilla en proceso de paz debería saber que los colombianos no van a entender nunca la justificación de estos actos, porque no la hay. Además de todo, esto es una atentando contra el ejercicio del periodismo, esencial para una democracia.

La Fundación para la Libertad de Prensa (Flip) dijo en un comunicado que “en esta región del país se han presentado cinco de los últimos seis secuestros a periodistas en los últimos años. El Catatumbo no puede seguir siendo un territorio vedado para la prensa y por eso esta organización hace un llamado a las autoridades para que se refuercen las garantías al periodismo en esta zona”. Nos unimos a ese llamado.

Pero volviendo al Eln, su actuar ha puesto, una vez más, al Gobierno entre la espada y la pared. Por eso el jefe negociador de la administración de Juan Manuel Santos con esa guerrilla, Juan Camilo Restrepo, dijo en Twitter que “del secuestro de periodistas holandeses por parte del Eln habría que decir lo mismo que Talleyrand: además de un crimen, es una torpeza”.

¿Qué hacer? Con cada crimen aumentan las voces, en plena campaña electoral, que piden levantar la mesa. Se acaba, entonces, el tiempo. El Eln ha pedido en varias ocasiones un cese bilateral al fuego; esta sería una oportunidad para mostrar su compromiso contundente con la paz, empezando ellos con un gesto que justifique que el Gobierno haga lo mismo. La pronta liberación de los periodistas es un buen primer paso, pero mientras sigan secuestrando personas, es ilusorio creer que las Fuerzas Militares van a suspender sus actividades.

Seguimos creyendo en que la paz es posible y que terminar el conflicto con el Eln debería alcanzarse lo más pronto posible por medio de una negociación. Pero ahora la pelota está en la cancha de la guerrilla: sin un cambio en su actuar, todos los esfuerzos serán en vano.

 

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Por El Espectador

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