Que se sepa la verdad sobre el asesinato de Guillermo Cano

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El Espectador
29 de mayo de 2019 - 05:00 a. m.
Es muy diciente, sobre la justicia colombiana y la manera en que las autoridades han operado, que un caso que generó tanto revuelo nacional continúe siendo un pendiente. / Foto: Archivo El Espectador
Es muy diciente, sobre la justicia colombiana y la manera en que las autoridades han operado, que un caso que generó tanto revuelo nacional continúe siendo un pendiente. / Foto: Archivo El Espectador
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Lo que la Fiscalía le debe al país en el caso del magnicidio del insigne e irremplazable director de este periódico, Guillermo Cano Isaza, es averiguar toda la verdad de lo ocurrido. Ahora que se ha vinculado al caso a John Jairo Velásquez, alias Popeye, está ante una nueva oportunidad para abrir nuevas rutas de investigación que nos lleven a identificar con claridad cómo fue que se organizó este crimen y quiénes más pudieron haber participado en su ejecución.

El asesinato del director de El Espectador lleva 32 años en la impunidad. Es muy diciente, sobre la justicia colombiana y la manera en que las autoridades han operado, que un caso que generó tanto revuelo nacional continúe siendo un pendiente. Lo mismo ha ocurrido en tantos otros casos de periodistas asesinados y, en general, de colombianos víctimas de la violencia insensible que nunca han podido entender quiénes estuvieron detrás de los crímenes que han marcado —y siguen marcando— la historia de Colombia.

Como lo dijo la familia Cano, en respuesta a la noticia de la vinculación de Velásquez: “¡La verdad en este caso, y en el de muchos otros periodistas y colombianos inocentes, la necesita el país!”. Lo hemos visto con el Acuerdo de Paz firmado recientemente: no puede haber sanación ni reconciliación sin conocer la verdad.

La decisión de la Fiscalía fue sorpresiva, especialmente después de tantos años de estancamiento en el caso. A Velásquez, que ya está recluido en la cárcel mientras es investigado por otros delitos, le dictaron medida de aseguramiento por el magnicidio porque, según el ente investigador, participó en una reunión, en la que también estaba el narcotraficante Pablo Escobar, en la que se planeó el atentado contra Cano en diciembre de 1986. Popeye niega haber estado involucrado, aun cuando ha hablado del crimen en las muchas entrevistas publicitarias en las que se vanagloria de la estela de muerte que dejó regada por el país.

La Fiscalía dice que alias Popeye estuvo en una reunión donde los jefes del cartel de Medellín “concertaron atentar contra Guillermo Cano Isaza por sus publicaciones contra la organización narcotraficante y definieron la forma y quiénes ejecutarían el crimen”. En el caso también está involucrado Gustavo Adolfo Gutiérrez Arrubla, alias Maxwell, quien habría realizado labores de inteligencia sobre Cano para darle información de sus movimientos al cartel.

Es importante que estas nuevas actuaciones por parte de la Fiscalía lleguen a juicio y se arrojen, finalmente, algunas respuestas sobre el caso. Nos parece clave, especialmente, que sea la oportunidad para que alguien como Popeye se decida a contar la verdad y el ente investigador encuentre así nuevos hilos de investigación que puede explorar y nunca se quisieron seguir. ¿Hubo más involucrados, más allá de Pablo Escobar? ¿Quiénes más, si los hubo, estuvieron interesados en silenciar una voz tan crítica como la de Cano? ¿Quiénes han estado protegidos estas décadas por el manto de silencio que ha envuelto este caso?

Celebramos el actuar de la Fiscalía, pero un anuncio no es suficiente. Ahora que, después de tanto tiempo, el caso avanza es momento de encontrar las respuestas adeudadas. No puede haber más dilaciones.

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