
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Andan muy mal de referentes ideológicos en el alto Gobierno. Primero el ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, y luego la directora de Prosperidad Social, Cielo Rusinque, compartieron un video de Rafael Correa, expresidente de Ecuador, prófugo de la justicia de ese país, donde dicta clases sobre cómo “hay mala prensa y buena prensa”. En el video Correa lanza una frase inapelable: “El grave problema de América Latina es el desarrollo de la prensa”. Para el ministro del Interior, esto “abre un interesante debate”. Para la directora de Prosperidad Social, “Correa resume muy bien lo que enfrentamos con algunos sectores de la prensa”. ¿Acaso no saben nuestros funcionarios el historial de la persona a la que están citando como autoridad en el tema? ¿O es que acaso comparten su deseo autocrático de filtrar cuáles voces pueden hablar y cuáles no?
Cuando era presidente y se creía todopoderoso, Rafael Correa inició una persecución sin cuartel a cualquier voz que le fuera disidente. Claro, desde el discurso lo disfrazaba diciendo que había campañas en su contra, que él defendía la “buena prensa” y que los únicos que debían preocuparse eran los que hacían mal su trabajo, como lo repite en el video de marras. Es la voz típica del censor: siempre cree que tiene la altura moral para ser él quien decide la información que se puede publicar. En el caso de Correa, no eran simples críticas al periodismo, por cierto. Se aprobaron normativas que tenían como propósito cerrar medios, censurar a periodistas y perseguir a opositores. Ese es el referente que ahora nos presentan sin reparos desde el alto Gobierno colombiano.
Por una columna de opinión donde denunciaban el actuar de Correa como dictatorial, recordemos, el Gobierno ecuatoriano impulsó un proceso que terminó en una condena penal de tres años y una sanción civil por US$30 millones contra el periodista Emilio Palacio y los directivos del diario El Universo. Por este caso, la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó a Ecuador por violar el derecho a la libertad de expresión. En la sentencia, el tribunal dijo que “las sanciones civiles deben ser proporcionales y dirigirse a reparar el daño sufrido a la reputación de un demandante, y no a silenciar o castigar a los críticos del Gobierno”. Esto último fue lo que hizo Correa en su afán de censor.
Este no fue el único caso, por cierto. En 2018, la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos lo expresó de manera contundente: “Entre los años 2007 y 2017 el Gobierno de Ecuador, encabezado por el presidente Rafael Correa, diseñó e implementó una política sistemática para desacreditar, estigmatizar, constreñir y sancionar —mediante el uso del derecho penal y administrativo— a periodistas, medios de comunicación, defensores de derechos humanos y opositores políticos”. Era tal la obsesión del presidente ecuatoriano, que una de las víctimas de su persecución fue una persona que... publicaba memes en una página de Facebook. ¿De verdad ese es el adalid de la libertad de expresión que ven con buenos ojos en el Gobierno colombiano?
Lo preocupante es que del presidente Gustavo Petro hacia abajo vienen mostrando un interés por definir cuál prensa es “buena” y cuál no. Por eso, las manifestaciones de Rusinque y Velasco no pueden pasar de agache. Si así es como van entendiendo su relación con los medios de comunicación, ¿cómo confiar en que cumplirán su labor constitucional de proteger la prensa libre?
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.
Nota del director. Necesitamos lectores como usted para seguir haciendo un periodismo independiente y de calidad. Considere adquirir una suscripción digital y apostémosle al poder de la palabra.