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¿Revive un problema conocido?

El desplazamiento forzado, que fue una de las situaciones más complejas que enfrentó el país durante los años álgidos del conflicto armado, parece estar reviviendo en distintas modalidades. Las cifras indican que los enfrentamientos entre bandas criminales están causando que muchos colombianos deban movilizarse. Además, la llegada masiva de refugiados venezolanos está siguiendo los mismos patrones del desplazamiento de nacionales. El Gobierno no puede bajar la guardia ante una crisis en potencia.

El Espectador

27 de agosto de 2018 - 12:00 a. m.
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La semana pasada, Colombia 2020 de El Espectador organizó en Cali un conversatorio llamado “Desplazamiento, salidas para una crisis que se asienta en las ciudades”. El evento, realizado en la Pontificia Universidad Javeriana de Cali y que se realizó con el asocio de la Unión Europea, el apoyo de Acnur y Pnud y en alianza con la Friedrich-Ebert Stiftung (Fescol), sirvió de espacio apropiado para que líderes comunitarios y miembros de organizaciones explicaran las complejidades de un problema que no se está vigilando lo suficiente en medio del cambio de gobierno y de la implementación de los acuerdos de La Habana.

La cifra más angustiante la dio Jozef Merkx, representante de la Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. Según el funcionario, “en agosto de 2018 Colombia superó el número de desplazados que se registraron en todo el 2017”. No se puede hablar de paz, ni mucho menos de seguridad, mientras el país siga causando esas olas de desplazamiento. Este año ya son más de 20.000 las personas desplazadas.

Según los datos, la situación es particularmente crítica en la costa Pacífica, el Catatumbo y el Bajo Cauca Antioqueño. Los motivos son entendibles: allí el conflicto armado no sólo no ha cesado, sino que se ha recrudecido desde la desaparición de las Farc. Entre el Eln, el Epl, las disidencias de las Farc, los grupos paramilitares y los carteles del narcotráfico se está creando una situación insostenible para los habitantes de esas zonas. El Estado, mientras tanto, sigue teniendo serios problemas para hacer presencia y mantener el control de los territorios.

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Pero además de eso, Ariel Ávila, subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación, prendió las alarmas sobre un desplazamiento menos notorio porque ocurre lentamente. En sus palabras, “en algunas zonas (el desplazamiento) se presenta gota a gota. Por ejemplo, amenazan a una familia que no permite que recluten a sus hijos, o una familia que guardó un cargamento de coca y cayó con la Policía o puede ser una comunidad indígena como pasa en bajo San Juan por dinámicas de actores armados”.

Finalmente, está el factor de los refugiados venezolanos. Acnur contó que las personas que están huyendo del desastre ocasionado por el regimen de Nicolás Maduro están llegando a barrios donde los colombianos desplazados se asentaron durante las épocas de conflicto. Entonces, están conviviendo refugiados con desplazados y la situación requiere atención estatal.

Tanto con los refugiados como con los distintos tipos de desplazados colombianos, es necesario actuar con empatía y determinación, pues son población vulnerable que está constantemente amenazada. Este es un problema que ya conocemos muy bien. No podemos permitir que vuelva a aumentar descontroladamente.

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