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La imagen más elocuente y descorazonadora después del asesinato del director de la cárcel La Modelo, Élmer Fernández, la dio el intercambio de mensajes entre el Ministerio de Justicia y la Unidad Nacional de Protección (UNP). En un mensaje inicial, el jefe de la cartera de Justicia, Néstor Osuna, se lamentó por la falta de un esquema de seguridad para Fernández. En respuesta, la UNP dijo que no había tal solicitud y que su protección estaba a cargo del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec). El subtexto es que el Estado no fue capaz de resguardar la vida de un funcionario tan importante y que el Gobierno nacional no parece tener respuestas para el aumento de la violencia en el sistema penitenciario. Esta es una tragedia anunciada.
¿Cómo es posible que en la capital del país un sicario pueda asesinar al director de una de las cárceles más importantes de Colombia? ¿Cómo se puede hablar de seguridad si eso ocurre a la vista de todos? Un solo disparo fue suficiente para terminar con la vida de Fernández, quien fue policía desde 1985 hasta 2017, así como jefe de avanzada de la Presidencia de la República. Llevaba poco tiempo en el cargo y, según el presidente Gustavo Petro, “estaba cumpliendo las órdenes de impartir disciplina y haciendo requisas aleatorias”. Es decir, se trataba de un servidor público esencial, que estaba trabajando por las instituciones, el orden, la justicia... y aun así lo silenciaron. ¿Cómo podemos fracasar tanto como país?
El mensaje es claro y tenebroso: incluso desde las cárceles se puede disponer de la vida de quienes obstaculicen a los criminales. No es un hecho aislado. Van cinco asesinatos en un semestre relacionados con el Inpec. Hace apenas un par de meses el propio ministro Osuna salió a lamentar hechos similares y anunciar medidas, pero es claro que no han sido suficientes. El viernes pasado hubo un motín dentro de La Modelo en el patio de alias Pedro Pluma, quien había enviado amenazas a Fernández. Por el asesinato, renunció el subdirector de la misma cárcel, el coronel (r) Óscar Alejandro Tovar. Es entendible: Tovar iba en el vehículo con Fernández y se había bajado de él apenas unos minutos antes. Si no hay garantías, ¿cómo les pedimos a las personas que hagan el sacrificio de estar en posiciones de alto riesgo y luchar contra las mafias criminales?
El presidente Petro dijo que Fernández fue “asesinado vilmente”. Después de un consejo de seguridad, el ministro Osuna anunció: “Vamos a fortalecer la seguridad y protección del personal del Inpec, sobre todo a aquellos que tienen mayor riesgo en su seguridad”. La preocupación es que ya hemos escuchado esas palabras y promesas, pero seguimos contando muertos.
Tenemos un problema circular: los funcionarios del Inpec se encuentran aterrorizados por la violencia que produce hacer bien su trabajo, pero es necesario que lo sigan haciendo porque el sistema penitenciario está en clara crisis de autoridad. El Gobierno necesita insistir en reforzar la seguridad de todos los involucrados, como ha dicho que lo hará, pero también debe considerar medidas más eficaces para desarticular las bandas, incluyendo los traslados. Al mismo tiempo, la fuerza pública necesita mostrar resultados en desarticular las redes que permiten que desde la cárcel se ordenen asesinatos e impere el terror. Esta sensación de que el Estado ha sido superado no puede continuar.
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