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Se pudo frenar la arrogancia expansionista nicaragüense

El Espectador

13 de julio de 2023 - 09:00 p. m.
Salió fortalecida la soberanía nacional en un escenario donde nos habíamos acostumbrado a perder.
Foto: Getty Images - Getty Images

Colombia ganó el último litigio contra Nicaragua que quedaba en la Corte Internacional de Justicia (CIJ), demostrando que el trabajo juicioso a lo largo de distintos gobiernos y la apuesta por argumentos jurídicos de alto nivel rindieron frutos. Hubo aprendizajes y escándalos durante el largo proceso y también está pendiente la conversación diplomática con la dictadura de Daniel Ortega, pero queda el mensaje de que el Estado puede defenderse de manera adecuada cuando se le apuesta a la unidad nacional.

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Es necesario celebrar: Colombia pudo haber perdido muchísimo. En su ambición expansionista, Nicaragua pretendía extender su plataforma continental más allá de las 200 millas náuticas que delimitan la frontera marítima con nuestro país. En el proceso, la demanda nicaragüense solicitaba que la CIJ obligara a Colombia a aceptar lo contenido en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, a pesar de que nuestro Estado no la ha firmado. De haber salido triunfante, entonces, nuestra soberanía habría recibido un duro golpe y se ahondaría la crisis diplomática con Nicaragua.

Por fortuna, la CIJ aceptó la estrategia propuesta por la defensa colombiana. “La Corte concluye que no puede extenderse la plataforma continental que se sobreponga sobre otro Estado”, dijo la magistrada Joan Donogue, de la CIJ, desde La Haya. La votación de 13 contra 4 no solo puso freno a las ambiciones de Nicaragua, sino que es un vehemente triunfo jurídico colombiano en un escenario donde nos habíamos acostumbrado a perder. Sirvió el reforzamiento de la presencia diplomática en La Haya y el cambio de estrategia que vino después del fallo de 2012. El presidente de la República, Gustavo Petro, dijo: “Esperamos con este fallo cerrar la controversia limítrofe y abocarnos a llevar desarrollo sostenible a nuestro archipiélago”. Así debe ser.

Para un país polarizado la disputa en La Haya se convirtió en una excusa más para las discusiones durante todos estos años. Hubo escándalo cuando en 2012 la CIJ falló contra el país y nos llevó a ceder casi 75.000 km² del mar Caribe, pero ahora, con la última sentencia, que debería terminar el debate, ha quedado claro que la defensa colombiana se hizo con cuidado y rigurosidad. Era difícil: todo el proceso empezó en 2001, lo que quiere decir que implicó a las cancillerías de los gobiernos de Andrés Pastrana, Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos, Iván Duque y, en el último aliento, Gustavo Petro. En medio de la presión por lo que se leyó en su momento como una derrota y un golpe a la soberanía, era fácil caer en la tentación de echar por la borda lo trabajado, buscar responsables políticos e incluso patear la mesa ante la Corte. Por fortuna, la apuesta por una estrategia de Estado fue la solución y ahora vemos los resultados.

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Queda la pregunta política por el meridiano 82 que durante años asumimos como límite, pero el presidente Petro llega a la necesaria negociación con Nicaragua reforzado por la sentencia de la CIJ y por el trabajo de la defensa jurídica del Estado colombiano. Se frenó el expansionismo nicaragüense y salió fortalecida la soberanía nacional. Es un buen momento para ver lo que ocurre cuando Colombia trabaja unida.

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