Señales positivas de un acuerdo salarial

La definición del aumento del salario mínimo, aún contando con diez días más de negociaciones, es una excelente noticia para el país. Después de un año turbulento y de un inicio de gobierno con exceso de tropiezos, el presidente Iván Duque demostró que su voluntad de concertación va en serio. ¿Puede cambiarse la manera como se toman las decisiones más complejas en Colombia?

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El Espectador
23 de diciembre de 2018 - 05:00 a. m.
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Después de estar reunido con representantes de los empresarios y de los trabajadores, el Gobierno anunció un acuerdo para aumentar el salario mínimo en un 6 %, lo que representa $46.874. Eso quiere decir que durante el 2019 el salario mínimo llegará a $828.116. Además se pactó un incremento del 10 % del subsidio de transporte, equivalente a $8.821, lo que lo deja en $97.032. En total, entonces, el mínimo más el subsidio quedó establecido en $925.148.

Esos números, por cierto, son históricos. Como bien lo dejó saber la ministra del Trabajo, Alicia Arango, se trata del incremento más alto del salario mínimo real en los últimos 25 años. Aunque porcentualmente en otros años se han presentado alzas superiores al 6 %, eso ha ocurrido en años con inflaciones elevadas. Se espera que la inflación del 2018 acabe en 3,3 %.

El único lunar en el anuncio fue que la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y la Confederación de Pensionados de Colombia se hayan levantado a último momento de la mesa. Como dijo Diógenes Orjuela, presidente de la CUT, “no suscribimos ese acuerdo porque consideramos que no llena las aspiraciones de los trabajadores colombianos y mucho menos de los de salario mínimo”. Válido como aspiración de largo plazo, nos parece, pero radical en exceso ante una negociación en la que todos cedieron un poco e hicieron una apuesta por el crecimiento de la economía.

Aun así, el balance de lo ocurrido es muy positivo, más allá de las cifras, por la manera como se negoció el acuerdo.

El reconocimiento mayor, en ese aspecto, se lo debe llevar el presidente Iván Duque, que se involucró personalmente en los diálogos durante varias horas y se reunió, con plena voluntad, con todas las partes interesadas. Más allá de las ideologías y de las diferencias, esa debería ser la forma de enfrentar los problemas complejos en el país.

Sobre la mesa quedan preguntas, claro. Un incremento tan elevado, ante una ley de financiamiento que promete apretar el bolsillo de los colombianos, luce como una apuesta positiva para fomentar el consumo. Sin embargo, queda por comprobar si eso no terminará, en la práctica, aumentando la informalidad por hacer aún más difícil la contratación de empleados en el sector formal.

La lucha de Colombia contra la informalidad ha sido larga y difícil. Los avances no pueden echarse por la borda. Una buena idea, que todavía está pendiente de discusión, es que se instituya en el país una regulación para el trabajo por horas y a ello le apostaron Gobierno y empresarios. Ya veremos.

Dicho esto, genera tranquilidad que esta decisión sobre el salario mínimo contara con la participación de los expertos en el área. Es un motivo para terminar el año con esperanza de que en Colombia pueden hacerse las cosas mejor cuando nos sentamos a conversar con ganas de avanzar.

¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a yosoyespectador@gmail.com.

Por El Espectador

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