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Bogotá está volviendo a soñar en grande. Después de muchos ires y venires, mediados por posiciones inamovibles, la Alcaldía dio una excelente noticia: la capital empezará desde ya a incentivar la transición a las energías limpias. La modificación a los pliegos para renovar la flota de Transmilenio es un excelente y gran primer paso. Es importante que no se pierda el impulso en todas las decisiones enormes que vienen en camino.
La semana pasada, el debate parecía saldado. Pese a haber recibido 1.668 observaciones a los prepliegos de la licitación, el alcalde Enrique Peñalosa dio una entrevista en Blu Radio donde sustentaba la decisión de continuar con las condiciones establecidas en ese entonces. Eso generó preocupación en distintos sectores de la sociedad, pues, como lo mencionamos en el editorial del pasado domingo, se trata de una oportunidad importante para empezar a modernizar Bogotá y ubicarla a la vanguardia en el país y en el mundo. En últimas, el llamado era a pensar en la sostenibilidad ambiental como un requisito ineludible al momento de pensar todos los aspectos de la ciudad.
La licitación en cuestión busca renovar 1.383 buses de Transmilenio, pues los actuales, entre muchas fallas, ya no cumplen con los requisitos mínimos para evitar la contaminación del aire de la capital. En el primer pliego de la Alcaldía se actualizaba la flota, pero se privilegiaban los buses con diésel por encima de alternativas como aquellos que utilizan gas.
Por fortuna, la Alcaldía cambió de parecer. El lunes se anunció que Transmilenio otorgará 200 puntos a los oferentes del contrato de operación y mantenimiento, y otros 200 para los interesados en suministrar los nuevos buses. Así, este puntaje, que equivale al 20 % del total de la licitación, pretende garantizar que una buena parte de la flota funcionará con base en energías limpias.
Celebramos la decisión de la Alcaldía. En Colombia, Medellín, Cartagena y Palmira fueron pioneros en dar este salto al contar con una flota 100 % de gas. Ya era hora de que la capital empezara no sólo a ponerse al día, sino recuperar el liderazgo en la innovación.
El alcalde Peñalosa dijo que “escuchamos las recomendaciones y, como el objetivo es lograr que todos estemos orgullosos de Transmilenio, vamos a garantizar que el sistema sea ejemplar. Por eso decidimos, tomando algunos riesgos, aumentarles los puntos a los que ofrezcan buses eléctricos o de gas. El nuevo puntaje es tan avasallador a favor de las tecnologías limpias, que será difícil para los buses diésel competir”.
Esa es la clase de visión que le ha hecho falta a la capital en la última década, cuando los escándalos de las administraciones pasadas y las discusiones de la actual nos han distraído de la ambición que volvió mundialmente famosa a Bogotá.
También es refrescante ver que las críticas y comentarios fueron bien recibidos, creando un cambio tangible que nos va a beneficiar a todos. Esa debería ser la actitud en todas las discusiones que faltan, a ver si logramos construir una Bogotá moderna, limpia y sostenible.
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a yosoyespectador@gmail.com.