En medio de los afanes con los que cerró la pasada legislatura, la actualización del Código Electoral terminó siendo aprobada por una mayoría que no contó con los votos del Pacto Histórico. Es llamativo que, después de hundir la reforma electoral, el Congreso sí pudo apoyar, sin mayores aspavientos, el proyecto ambicioso impulsado por el registrador nacional, Alexánder Vega. Aunque aumenta la burocracia de la Registraduría en más de 1.000 cargos nuevos y potencia al Consejo Nacional Electoral (CNE), una entidad politizada, se dan saltos importantes al permitir el voto electrónico mixto. ¿Será suficiente para despejar dudas sobre la transparencia de las elecciones?
La labor del registrador Vega en las elecciones del año pasado fue polémica. La disparidad entre el preconteo y el escrutinio en los votos para el Congreso de la República llevó a que, al sol de hoy, aún haya quienes hablen de fraude e ineficiencia. La Registraduría es una entidad esencial para el bienestar de la democracia, por lo que su labor tiene que ser impecable para reforzar la confianza de las personas en las elecciones. Por eso, es fundamental que la reforma al Código Electoral lleve al fortalecimiento de la Registraduría.
Entre las modificaciones hay unas que buscan mejorar la participación de los votantes colombianos. Por ejemplo, ahora la jornada electoral durará nueve horas, hasta las cinco de la tarde, ojalá fomentando más votación. La introducción del voto electrónico mixto, que estará en prueba hasta el 2029, y la compra del software que lleve a cabo el conteo de los votos pueden ayudar a modernizar el sistema. Sin embargo, es clave que pueda haber auditoría por todos los partidos políticos. Queda el amargo recuerdo de que parte de las críticas a la legitimidad de las elecciones pasadas tuvieron que ver con desinformación sobre la contratación de las herramientas de conteo.
Tal vez lo más polémico es que se fortalece al CNE mientras que también se fomenta la proliferación de partidos políticos. Sobre lo primero, el CNE, por ejemplo, podrá revisar las encuestas antes de su publicación, lo que despierta las alarmas por la politización que caracteriza a los miembros de esa entidad. Sobre lo segundo, arroja un salvavidas a los partidos pequeños, pues les mantiene personería jurídica si eligen a un representante a la Cámara. Adicionalmente, flexibiliza los requisitos para lanzarse por firmas. Contrastan esas medidas con la oposición que surgió a que se fortalecieran los partidos políticos durante el debate de reforma electoral. Tendremos dispersión de los candidatos en partidos pequeños para rato.
Quedará de tarea para el próximo registrador llevar a cabo las reformas y utilizar la burocracia permitida de manera responsable. Sin unas reglas democráticas claras y un árbitro transparente, todo el sistema empieza a temblar.
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