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El retiro de EPS Sura es un fracaso del sistema de salud colombiano, una muestra de la encrucijada a la que se enfrenta el país, y pone de presente la hostilidad con la que el Gobierno de Gustavo Petro ha tratado incluso a quienes han querido trabajar de la mano con su administración para sacarlo adelante. Leer las razones de la EPS para buscar un desmonte progresivo de su participación como aseguradora en salud muestra que el sistema tiene deudas históricas, pero también que el Ministerio de Salud desoyó las constantes iniciativas de trabajo en conjunto que propuso el sector privado. En ausencia de un proyecto de reforma a la salud que haya sido aprobado, pero también de medidas complementarias que atiendan la crisis acumulada y creciente, los colombianos quedan en la incertidumbre sobre la atención de su salud.
Juana Francisca Llano, presidenta de Suramericana, fue clara: “El sistema de salud enfrenta una desfinanciación histórica. Es una problemática que nos supera como compañía”. También agregó: “Hemos hecho todo lo posible para seguir prestando los servicios; incluso analizamos las reformas propuestas por el Gobierno. Estuvimos dispuestos a asumir una figura de gestoras, pero no de cualquier forma; por eso nos sentamos a conversar. Sin embargo, las reformas que conocemos no resuelven los problemas estructurales del sistema”. Eso quiere decir que Colombia entra en el proceso de perder a una EPS que atiende a más de cinco millones y medio de afiliados, la mayoría del régimen contributivo (4,6 millones), y que cuenta con buenos resultados en evaluación de calidad.
Básicamente, EPS Sura decide cerrar porque no tiene cómo sortear los costos crecientes que implica el aseguramiento en salud. Según la información compartida, la entidad se está gastando $102 de cada $100 que recibe para garantizar los servicios de salud de sus afiliados. El Gobierno lo sabe: desde hace más de un año recibió una comunicación de Sura y otras EPS pidiéndole renegociar los giros que se hacen. Sin embargo, la respuesta del Ministerio de Salud fue la hostilidad en público y la indiferencia en privado. Lo que es paradójico, porque hace unas semanas el ministro de la rama, Guillermo Alfonso Jaramillo, habló en el Congreso sobre cómo hay EPS privadas dispuestas a asumir la figura de gestoras en salud. EPS Sura era la más grande e importante que había buscado un acuerdo con la administración Petro, pero ahora sale del sistema expresando su frustración con la falta de definición.
Es insólito, aunque no extraño, que el presidente Petro aproveche esta oportunidad para culpar al Congreso de la República. “El Senado hundió la propuesta y, como lo dije desde hace más de un año, al hundir la reforma a la salud se produce un efecto dominó de quiebra de EPS”, escribió el mandatario en X. El problema es que su propuesta de reforma no solucionaba los problemas de fondo y en parte por eso no logró el apoyo democrático de los congresistas. La falta de reflexión hace que este triunfalismo ante la catástrofe se sienta más como un ajuste de cuentas político que como la comprensión de una crisis que afecta directamente la salud y la vida de los colombianos.
¿Y ahora? Son muchas las preguntas y enorme la incertidumbre, con un Ministerio de Salud que adquiere cada vez más responsabilidades y muestra menos capacidades de diálogo y ejecución ponderada. Los colombianos siguen necesitando un sistema digno y no hay respuestas a la vista, más allá de asistir y acaso propiciar el derrumbe.
Fe de errores. En la versión impresa de este editorial se citó por error a Juana Francisca Llano como presidenta de EPS Sura, siendo presidenta de Suramericana. Disculpas a los lectores y a Llano.
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