Tiembla Silicon Valley. Después de años y años de inacción y franca complicidad de los reguladores que dejaron empolvar las leyes antimonopolio, 48 estados y el gobierno federal de Estados Unidos acaban de presentar demandas contra Facebook. Acusan a la compañía de abusar de su posición de poder y de crear un monopolio anticompetitivo en el mundo de las redes sociales. Se trata, por fin, de un intento por ponerle cortapisas a la creciente influencia de una empresa que no ha querido aceptar su responsabilidad en muchos aspectos preocupantes de la vida moderna.
Los hallazgos de los investigadores son contundentes. También, hay que decirlo, son similares a descubrir que el agua moja. “Durante casi una década, Facebook ha usado su dominancia y poder de monopolio para aplastar a rivales pequeños y eliminar la competencia, todo a costa de sus usuarios diarios”, dijo la fiscal general de Nueva York, Letitia James. “Hoy estamos tomando acción para representar a los millones de consumidores y pequeños negocios que han sido damnificados por el comportamiento ilegal de Facebook”.
No hay nada nuevo bajo el Sol. Facebook ha utilizado su monopolio, por ejemplo, para afectar seriamente a los medios de comunicación que se encuentran a merced de los caprichos de su algoritmo y de sus políticas de publicidad. Otras empresas, como Snapchat, han visto cómo sus productos son copiados por Instagram sin ninguna responsabilidad. Hoy internet es un espacio en el que es muy complicado huir de la influencia de Facebook.
Las demandas alegan que las compras de Instagram y Whatsapp consolidaron el monopolio de Facebook sobre las redes sociales. Así fue. Desde su adquisición, estas redes no han parado de crecer y ser usadas, mientras que sus competidores se asfixian ante la falta de espacio para participar del mercado.
Por supuesto, las implicaciones van más allá de la libre competencia. El monopolio de Facebook y sus pésimas políticas de moderación de contenido han sido ideales para la difusión de noticias falsas, teorías de la conspiración y, como ocurrió en Birmania, para organizar un genocidio. Todo mientras Mark Zuckerberg, fundador y director de la empresa, da explicaciones a medias y compromisos insuficientes para entender la complejidad de ser un espacio virtual donde convergen más de 2.000 millones de personas.
No solo es Facebook quien tiembla. Si estas demandan prosperan, los ojos se posarán sobre Google, Amazon, Apple y otras empresas que, cada vez más grandes, han aplastado a la competencia y coleccionado poderes sin contrapesos. Cada una de ellas, además, ha hecho lobby en distintos países, Colombia incluida, para debilitar las leyes antimonopolio y, en general, hacer que el ordenamiento jurídico no intervenga en sus intereses de ser lo más grandes posibles.
Llegaron tarde los reguladores al debate de la libre competencia en el mundo digital, pero su aparición es bienvenida. El interés por la privacidad, el manejo de los datos y el poder de estas compañías, que son más supra-Estados tecnológicos, ha revivido la conversación pública y debería estar en la agenda de todos los países. Celebramos este temblor.
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