En cinco años, 36 niños, niñas y adolescentes extranjeros murieron a pesar de estar en medio de un proceso de restablecimiento de derechos en el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF). La investigación, publicada por El Espectador, es devastadora y cuenta cómo 22 de los fallecidos eran menores de cinco años. A propósito de los datos sobre migración venezolana que discutimos ayer en este espacio, la capacidad del ICBF para proteger a los migrantes más vulnerables está en duda. ¿Cómo es posible que estas tragedias ocurran una y otra vez sin escándalo público y sin una respuesta contundente del Estado?
Ana Gabriela Martínez recibió promesas del ICBF y del Estado colombiano de poder ver a su hermano de 17 años, Danilo Martínez. Sin embargo, no ocurrió. Sus palabras a El Espectador evidencian la tragedia: “Sí lo trajeron, pero ya muerto”. En circunstancias poco claras, Martínez fue apuñalado por otro adolescente de 15 años que estaba bajo custodia del ICBF. La familia solo recibió el cadáver. Como él, son muchos los menores migrantes que están en riesgo y entran a procesos de restablecimiento de derechos en el ICBF. El sistema les falla y son sometidos a malos tratos, con precario acompañamiento psicológico y hasta finales trágicos.
Como cuenta la investigación de este diario, los menores de edad que están en procesos de integración “presentan episodios de desorientación, miedo, confusión, rabia, desesperanza, tristeza, depresión o ansiedad”. Para completar, son particularmente vulnerables a las redes de trata de personas, a las organizaciones criminales y a la discriminación que enfrentan los migrantes. Es diciente que la mayoría de los casos de muertes ocurridas en estos años no hayan causado revuelo mediático. Un sistema colapsado y sin recursos tiene complicidad con los horrores que se han denunciado.
Un dato importante es que, de los 36 niños, niñas y adolescentes que murieron, 27 estaban en hogares sustitutos o internados en centros de esta entidad. ¿Por qué están fallando los filtros de seguridad y protección? ¿Cómo puede el ICBF garantizar que cumple sus deberes si esto sigue ocurriendo? En el marco de un gobierno concentrado en restablecer relaciones con Venezuela, ¿habrá momento para pensar en los 874 menores que se encuentran en procesos de restablecimiento de derechos con el ICBF?
Colombia no le puede fallar más a la niñez. Los casos que llegan al ICBF son los más terribles, ya sea por la orfandad, por haber sido rescatados de redes de trata o porque son adolescentes que están huyendo de la violencia. Por eso el Instituto necesita tener mecanismos impecables de protección. Este debería ser el foco de una gran conversación nacional sobre la niñez. Si no reforzamos la apuesta por el sistema de apoyo a todos los niños, niñas y adolescentes que lo necesiten, seguirá siendo un fracaso. No más horror para los migrantes y para los colombianos.
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