Publicidad

Un año de paz y deudas

Para garantizar un fin verdadero del conflicto se necesitará que el Estado haga presencia en todos los lugares donde históricamente se ha ausentado, y no nos referimos sólo a la Fuerza Pública.

El Espectador
01 de enero de 2016 - 08:01 p. m.
El posconflicto encontrará una Colombia con muchos problemas económicos, retos que tendrán que solucionarse para garantizar el éxito del proceso. / Efraín Herrera - Presidencia
El posconflicto encontrará una Colombia con muchos problemas económicos, retos que tendrán que solucionarse para garantizar el éxito del proceso. / Efraín Herrera - Presidencia

Arrancamos el 2016 con una esperanza que debió consolidarse antes. Si bien no hay duda de que el Gobierno ha hecho todo lo que está a su alcance para acelerar los acuerdos de paz en La Habana, la realidad es que el eventual posconflicto con las Farc encontrará una Colombia con serios problemas económicos que van a condicionar el panorama político y el aterrizaje de lo que se pacte. Sin embargo, esa no es razón para dudar del éxito de este esfuerzo histórico, pero sí debe estar en la cabeza de todas las partes involucradas a la hora de hacer promesas y reclamar beneficios. De eso dependerá, en gran medida, si consideraremos 2016 como un éxito o una oportunidad perdida.

Todo dependerá de la economía. Eso es claro. La época de bonanza terminó y, salvo algún cambio inesperado en el contexto global, no volverá. La primer víctima de lo ocurrido, como lo mencionamos en el último editorial de 2015, fue el salario mínimo. Nos repetimos: ojalá el aumento del 7%, apenas por encima de la inflación, no signifique que los trabajadores perderán poder adquisitivo antes de que termine el año.

Pero esa no es la única discusión que debe darse con transparencia y conciencia. El Gobierno ha podido liderar sin mayor oposición la elección del modelo económico, y su fe en Ecopetrol ha hecho posibles muchas de las inversiones que han permitido el avance de Colombia. No obstante, en época de apretarse el cinturón, ¿no es una incoherencia seguir con vehemencia la inversión en infraestructura? ¿Y para eso sigue siendo pertinente vender Isagén? ¿No sería más útil aferrarse a los capitales del Estado que producen beneficios y empezar la reorganización de la economía? ¿Cuánto tardará en compensarse el desbalance entre importaciones y exportaciones que causó el aumento del dólar? ¿Cuál es el plan de desarrollo económico sostenible a largo plazo que garantice la viabilidad del posconflicto? ¿Qué medidas se tomarán para empezar a independizarnos de los combustibles fósiles con miras a cumplir los compromisos ecológicos?

Claro que el tema no sólo es de modelo económico. Están en la mira las inversiones sociales necesarias para crear una nueva Colombia. Para garantizar un fin verdadero del conflicto se necesitará que el Estado haga presencia en todos los lugares donde históricamente se ha ausentado, y no nos referimos sólo a la Fuerza Pública. ¿Qué medidas se tomarán para empezar a solucionar la brecha de desigualdad que hay entre clases sociales y regiones en el país? En educación, por ejemplo, el proyecto Ser Pilo Paga es una excelente muestra de cómo se pueden hacer intervenciones que causen cambios inmediatos, pero seguimos en deuda de una mejor política de educación que vaya más allá de la cobertura y garantice calidad. También debe pensarse en formas de fortalecer las universidades públicas, que parecen olvidadas en este debate.

Otro asunto que debe ser prioritario es la política en contra de las drogas. Hay que aprovechar la eventual desmovilización de las Farc, protectores de las rutas ilícitas para sacar la droga, para seguir el proceso de legalización y regulación de tal manera que la violencia sustentada en el tráfico ilícito no vaya a ocupar los espacios que deja la guerrilla.

No hay espacio suficiente para mencionar todas las deudas que deben solucionarse en 2016, pero el reto no es fácil. Eso no quiere decir, sin embargo, que no estemos en un momento histórico. Nunca hemos estado tan cerca de un cambio de paradigma. Las condiciones no son las más adecuadas, es verdad, pero tampoco es imposible.

¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a yosoyespectador@gmail.com.

Por El Espectador

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar