Un caldo de cultivo del machismo y la homofobia

Peor que las declaraciones de Gabriel Camargo, presidente del Deportes Tolima que puso en evidencia sus amargos prejuicios y arrogante ignorancia, fue la reacción de buena parte de la opinión pública colombiana. Siguen abundando en el país el machismo, la homofobia y la doble moral. Esperamos más por parte de los hinchas del fútbol nacional.

El Espectador
22 de diciembre de 2018 - 07:00 a. m.

A propósito de lo difícil que ha sido establecer en el país la Liga de Fútbol Femenino, una de las iniciativas más importantes de la Dimayor en los últimos años, Camargo dio un claro ejemplo de que el principal reto siguen siendo los prejuicios, a menudo solapados, pero en este caso dichos con total descargo. El presidente del Tolima dijo que la Liga “va mal económicamente” y que hay “problemas con las mujeres, porque son más tomatragos que los hombres. Pregúntenle a los del Huila cómo están de arrepentidos de haber sacado el título y haberle invertido tanta plata. Eso es un caldo de cultivo de lesbianismo tremendo”.

Cuando el directivo del fútbol colombiano empezó a recibir críticas por lo que dijo, no sobraron las voces que salieron a apoyarlo. Hinchas del fútbol dijeron que sí es verdad que las mujeres toman más, también que los equipos femeninos son espacios propicios para que se presenten relaciones del mismo sexo. En síntesis, dijeron que él no mintió y que el escándalo se debe a la excesiva y dañina corrección política. Como si el problema de las palabras de Camargo fuera de veracidad.

Defender lo dicho por Camargo no solo demuestra preocupantes fallas lógicas en la hinchada del fútbol colombiano, sino una completa irresponsabilidad que puede ser muy dañina para el país.

Supongamos que lo dicho por el presidente del Tolima es cierto. Primero, si las mujeres (¿cuáles? ¿Todas? ¿Las que juegan fútbol nada más? ¿Hay algo en el amor por el balón que va ligado al gusto por el alcohol?) en efecto toman más alcohol que los hombres (¿cómo medimos eso? ¿Es importante medirlo? ¿Acaso no son legendarias las fiestas que los futbolistas hombres, incluyendo los mejores del mundo, se pegan cada tanto?), ¿qué importa? Si igual cumplen con sus labores profesionales, ¿puede un equipo pretender censurarlas? ¿No será más bien que Camargo y compañía añoran los tiempos en que se podía dictar el comportamiento de las mujeres sin que su voluntad importase de a mucho?

Segundo, si el Huila se arrepiente de haber invertido en el equipo, ¿qué dice eso? ¿Que las deportistas están mal? ¿O que las directivas del equipo no son capaces de ver más allá de su machismo para reconocer que el triunfo más importante en la historia del Huila lo trajeron esas mujeres?

Tercero, si hay futbolistas lesbianas, ¿qué importa? ¿Acaso es un crimen? ¿Acaso la vida sexual debe ser objeto de interés de las directivas de los equipos? ¿Los futbolistas hombres del Tolima le deben reportar a su presidente con quién están teniendo sexo, en qué tipo de relación y bajo qué directrices morales?

¿Qué le están diciendo Camargo y compañía a todas las niñas colombianas a las que les gusta el fútbol? Que para qué siguen entrenando si no hay futuro porque los hombres con poder del país decidieron que ellas no valen la pena. Que es un deporte para hombres. Que ellas miren para otro lado (¿la cocina, tal vez? La sumisión, siempre).

¿Qué les están diciendo a las personas LGBT, incluyendo menores de edad? Que aquí en Colombia siguen sin ser bienvenidas, que los prejuicios siguen permitiéndoles sentirse orgullosos de su ignorancia.

Y todavía hay quienes se atreven a decir que el machismo y la homofobia son cosa del pasado.

¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a yosoyespectador@gmail.com.

Por El Espectador

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