6 Aug 2022 - 5:00 a. m.

Un mundo menos peligroso sin al Zawahiri

La administración Biden da un parte de victoria interno que, sumado a otros hechos recientes, debería servirle para las elecciones del Congreso, en noviembre. / Fotografía de Jim Watson (EFE).
La administración Biden da un parte de victoria interno que, sumado a otros hechos recientes, debería servirle para las elecciones del Congreso, en noviembre. / Fotografía de Jim Watson (EFE).
Foto: EFE - JIM WATSON / POOL

El gobierno de Joe Biden, necesitado de buenas noticias en medio de graves problemas internos e internacionales, PARECE respirar un poco más aliviado tras el ataque con drones que acabó con la vida del terrorista más buscado del mundo: Abi Mohamed Ayman al Zawahiri. La muerte del líder máximo de Al Qaeda, que reemplazó a Osama Bin Laden tras la operación que lo dio de baja en 2011, deja a este grupo fundamentalista islámico seriamente golpeado. De esta manera la Casa Blanca logra, 21 años después, la retaliación prometida contra los dos máximos responsables de los atentados a las Torres Gemelas y el Pentágono, el 11 de septiembre de 2001.

Para Estados Unidos y los servicios de inteligencia, la búsqueda y muerte de Bin Laden y al Zawahiri se había convertido en un asunto de honor. Los ataques que se llevaron a cabo contra propiedades del país del norte en el mundo, a los que se sumaron los hechos del 9/11, tenían a la CIA tras los rastros de ambos líderes terroristas. El primero en caer fue el saudita, en una casa en Pakistán, quien murió en un ataque de comandos estadounidenses mientras el presidente Barack Obama seguía lo que acontecía desde la Casa Blanca. Obama, demócrata, resarcía así parte del golpeado prestigio mundial de su país.

Las historias de estos dos peligrosos fundamentalistas tienen elementos comunes, a pesar de tratarse de personalidades distintas. Osama Bin Laden provenía de una multimillonaria familia saudita y poco a poco fue inclinándose hacia las ideas de los grupos extremistas musulmanes, hasta vincularse, en los años 80, con la lucha armada de los talibanes en Afganistán, que terminó con la derrota y retirada de los soviéticos. Su carisma le permitió ganar adeptos para Al Qaeda, el grupo al que pertenecía y lideraba dentro de su guerra contra los infieles del mundo.

En cambio, Ayman al Zawahiri venía de una familia egipcia de clase media alta, estudió Medicina, empezó a acercarse a los grupos fundamentalistas y se unió en su país a la Hermandad Musulmana. Más adelante asumió el mando de la Yihad Islámica, que estuvo detrás del asesinato del entonces presidente, Anwar el Sadat, en 1981. Luego de haber sido detenido y torturado, al salir libre huyó a Pakistán, donde ejerció como médico, ayudando a los combatientes afganos que eran llevados allí. En Peshawar conoció a Bin Laden, lo que llevó a que en 1988 se integrara esta dupla del terror en la cual el egipcio asumió el manejo ideológico y doctrinario, mientras que el saudí era la cara política y organizacional de Al Qaeda. En la década de los 90 se reencontraron en Sudán, lo que les permitió planificar los primeros atentados en territorio africano, entre ellos ataques suicidas, que permitieran dejar la mayor cantidad de víctimas, contra las embajadas de Estados Unidos en Kenia y Tanzania, con más de ciento cincuenta muertos, así como el ocurrido contra el USS Cole, buque de guerra.

De esa época quedaron varios grupos regionales de terroristas operando a sus anchas en África, en especial AQMI, en el Magreb árabe, así como Al Shahab en Somalia, que han causado demasiado daño. Diez años después de haber iniciado sus actividades conjuntas, en 1998, declararían formalmente la Yihad (guerra santa) contra “judíos y cruzados” y tres años después tendrían lugar los ataques en Nueva York y Washington. Tras su huida de Afganistán, luego de la invasión a dicho país por parte de Estados Unidos, al Zawahiri fue el portavoz de Al Qaeda, donde prometió “luchar contra los infieles que atacan las tierras del islam, con Estados Unidos y su lacayo Israel”. Un par de años después estuvo a punto de morir en operaciones preparadas por la CIA.

De esta manera, la administración Biden da un parte de victoria interno que, sumado a otros hechos recientes, debería servirle para las elecciones del Congreso, en noviembre. El mundo parece ser un lugar más seguro, al menos por ahora.

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