Un sistema de salud en recuperación

Tras seis años frente a la cartera de Salud, Alejandro Gaviria deja su cargo como un ministro reformista con logros nada despreciables, al tiempo que se enfrentaba a la constante tensión entre los intereses privados y públicos que caracterizan la compleja situación de la salud en el país.

El Espectador
31 de julio de 2018 - 04:00 a. m.

Uno de los principales logros de este gobierno fue la aprobación de la Ley Estatutaria de Salud, que estableció un nuevo modelo de beneficios y le dio un vuelco al carácter excluyente del POS, priorizando el derecho fundamental a la salud de los colombianos. En materia legislativa también se destacaron el impuesto al tabaco y la ley que garantiza el pago a residentes médicos, que corrigió una deuda histórica con este gremio.

La innovadora política farmacéutica de este gobierno fue posible en gran parte gracias a la persistencia y la valentía de Gaviria al emprender una cruzada para controlar los precios de más de mil medicamentos, aliviar las cargas financieras del sistema y hacer de Colombia el primer país en el mundo en declarar como de interés público un medicamento esencial para el cáncer. Decisiones por las que tuvo que soportar a una enorme oposición —por no decir animosidad— de la industria farmacéutica y de los gobiernos de sus países de origen.

Otras de las luchas que el ministro dio a contracorriente fueron su férrea oposición a la aspersión con glifosato para erradicar cultivos ilícitos y una larga puja por despolitizar el sector de la salud. En el primer caso enfrentó las presiones del gobierno de Estados Unidos, y en el segundo, de poderosos sectores políticos en busca de apoderarse de entidades como el Invima y el Instituto Nacional de Salud (INS), muy apetecidos como botines burocráticos.

Gracias a la visión laica, progresista y liberal de Gaviria, esta cartera también sentó importantes posiciones en materia de aborto, eutanasia y uso terapéutico de la marihuana, hasta aterrizar la discusión en el plano de la salud pública y los derechos fundamentales de los pacientes.

Tampoco se pueden dejar de resaltar las cifras de cobertura casi total, el descenso de la desnutrición crónica, los embarazos adolescentes y la mortalidad infantil.

Si bien en el comienzo de su gestión Gaviria planteó una gran reforma al sistema, finalmente no tuvo el suficiente respaldo político y terminó bloqueado por los grandes intereses que sacan provecho del mismo. No se quedó quieto, decidió hacer grandes transformaciones puntuales, pero la raíz del sistema quedó intacta. Por eso, pese a todo, persisten las quejas de los usuarios y la desconfianza en el sistema. Tener un carné de afiliación no significa recibir la atención necesaria y oportuna. Como lo describió en su momento el médico y columnista de El Espectador Saúl Franco, “lo que realmente importa no es la cobertura nominal, sino el acceso efectivo e igualitario a servicios de salud, algo muy distinto a la desigual carrera de obstáculos en que se convirtió la atención médica”. Estamos lejos todavía de tener un sistema de salud solidario, eficiente y universal.

A pesar de los avances para sanear las finanzas y la puesta en marcha de la Administradora de los Recursos del Sistema General de Seguridad Social, los descalabros en las liquidaciones de Saludcoop y Cafesalud, los problemas de Medimás, las deudas de los hospitales y el todavía enorme hueco fiscal continúan amenazando el sistema general de salud. Su sostenibilidad sigue en entredicho y se presenta como uno de los retos más grandes para el próximo gobierno, junto con el futuro incierto de las EPS.

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Por El Espectador

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