Ocho meses de reducción en la inflación permitieron que el Banco de la República, por primera vez desde septiembre de 2021, bajara la tasa de interés esta semana. Se trata, al mismo tiempo, de una señal de confianza y de alerta sobre la economía colombiana. Es un reconocimiento de que el manejo macroeconómico del gobierno de Gustavo Petro ha sido disciplinado y está dando resultados, pero también muestra preocupación por haber ralentizado la economía al punto de estar estancada. Seguimos en una situación precaria en medio de condiciones globales difíciles a causa de las guerras y las elecciones venideras en Estados Unidos, por lo que estamos lejos de cantar victoria. Las discusiones del aumento del salario mínimo deberían tener en cuenta esta decisión en la búsqueda de llegar a un acuerdo.
Cinco de los miembros del Banco de la República votaron a favor de reducir la tasa de interés a 13 %, mientras que otros dos solicitaron mantenerla en 13,25 %. Que no se haya considerado un incremento muestra lo lejos que hemos avanzado. Desde hace más de dos años el Emisor inició un aumento ambicioso y doloroso de las tasas de interés. La lectura, acertada, era que los gastos de la pandemia y la economía global iban a ejercer una presión inflacionaria desmedida. La amenaza de una posible hiperinflación era real y el Banco Central utilizó la única herramienta a su disposición para frenar el alza de los precios. Sin embargo, Colombia es de los países con peor inflación en América Latina: lejos de casos desastrosos como Venezuela y Argentina, pero todavía muy elevada para una economía que está entre las más importantes de la región.
Eso causó fricción con el gobierno de Gustavo Petro. Es entendible: mientras el Ejecutivo tiene una agenda reformista que requiere cuantiosas inversiones y desea que la economía marche a buena velocidad, mes tras mes el Banco de la República se vio como un obstáculo. Al punto de que, en varias ocasiones, el presidente y sus ministros intentaron ejercer presiones indebidas sobre el Emisor, a las que se sumaron miembros de los gremios del sector privado. El problema es que caer en reducciones aceleradas de la tasa, mientras el resto del mundo no lo ha hecho y Colombia no ha terminado de realizar varios ajustes, resultaba irresponsable. Ahora, esperamos, la política monetaria se seguirá ajustando a la baja en todo 2024, a menos de que ocurra algo extraordinario.
Ricardo Bonilla, ministro de Hacienda, dijo que “lo que esperamos en 2024 es una senda de reducción para completar la meta del Banco”. La meta está en un 3 % de inflación y hay interés por alcanzarla hacia 2025. Por eso, en un comunicado, el Emisor comentó que “la junta directiva hace un llamado a la cautela en el ajuste del salario mínimo, de tal manera que su aumento no exceda de forma significativa la variación anual del índice de precios al consumidor en 2023”. Tiene sentido: si la inflación va a seguir bajando, el aumento de poder adquisitivo de 2023 debería seguir el año entrante. Es importante que los negociadores, tanto del Gobierno como de los sindicatos y el sector privado, tengan en cuenta esto. La disciplina ha funcionado, no es momento de abandonarla.
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