En su respuesta a la decisión de la Corte Constitucional, que despenalizó el aborto libre antes de las 24 semanas de gestación, el presidente Iván Duque mostró un agresivo desdén hacia la independencia de la Rama Judicial, los sistemas de pesos y contrapesos, los derechos de las niñas y mujeres e incluso la educación sexual básica. Lo dicho por el presidente para unirse a la ola de indignación contra el aborto libre es peligroso, pues él debería ser el primero en proteger la Constitución y en no fomentar la desinformación.
Que nada de eso haya importado y el mandatario se haya sumado al coro de reclamos infundados contra la sentencia tiene el potencial de afectar directamente a cientos de miles de mujeres cada año, así como sabotear la implementación de la decisión judicial en el sistema de salud. Por donde se le mire, lo dicho por el presidente es irresponsable. Resume, además, los más desinformados prejuicios que rodean el aborto. Vale la pena ir punto por punto para ver cómo su reacción es un insulto a las mujeres del país, a la ciencia y también a la Corte Constitucional y la separación de poderes.
Tal vez su peor frase fue la siguiente: “Lo que debemos evitar es que el aborto en Colombia se convierta en una práctica regular, usual o hasta un método anticonceptivo”. Se trata de una declaración violenta que ofende a los cientos de miles de mujeres que en Colombia han abortado y a todas las que decidan abortar en el futuro. También es una afrenta especialmente cruel con las cerca de 70 mujeres que mueren cada año en el país por abortos clandestinos, como el caso de Lorena, la mujer de 38 años que murió hace poco en Barranquilla por un procedimiento mal practicado.
Es, además, un argumento a todas luces alejado de la realidad. Ni siquiera en los países con las regulaciones más amplias de aborto se ve a las mujeres utilizándolo en los términos que menciona el presidente Duque. En el Reino Unido, que desde 1967 tiene aborto libre hasta la semana 24, por ejemplo, solo el 1 % de los abortos ocurren después de la semana 20. Las mujeres abortan cuando lo necesitan, en situaciones de estrés y angustia, nunca por capricho. La fantasía que pinta el mandatario de las colombianas es que las mujeres del país estaban esperando esta decisión para entregarse a la irresponsabilidad sexual. Eso, por supuesto, es falso. Y muestra una profunda desconexión del mandatario con la realidad del país que gobierna.
El presidente también dijo que se pregunta si estas decisiones “que tienen que ver con el orden de una sociedad pueden ser decididas por cinco personas”. Con esto ataca de manera poco disimulada la legitimidad de la Corte Constitucional y la separación de poderes. Además, no contempla que el alto tribunal solo está interviniendo en el aborto porque hay niñas y mujeres muriendo después de décadas de inacción por parte del Congreso y desinterés en el tema por parte de presidentes con ideas similares a las suyas. ¿Qué pretende, entonces? ¿Quitarle potestad a la Corte? ¿Reformar la Constitución? ¿Que los derechos de las personas se definan por votos y mayorías fáciles de seducir con populismo?
En vez de entender que el aborto libre es un acto de justicia social que va a salvar vidas y proteger a las personas más vulnerables, el presidente se unió a las voces de la desinformación. Con eso les hace daño al Estado, a la Corte y a las colombianas.
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