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A punta de violencia, la barra brava Los del Sur, hincha de Atlético Nacional, dejó 11 policías y 13 civiles heridos, y logró la suspensión del encuentro entre su equipo y América de Cali. Para terminar de empeorar la situación, el alcalde de Medellín, Daniel Quintero, apoyó tácitamente a la barra, emprendió una pelea contra las directivas de Nacional en los términos bajos que han caracterizado su alcaldía y está buscando desviar la atención sobre la difícil discusión de cómo pacificamos los estadios de Colombia. No se puede permitir la extorsión a los equipos y mucho menos las vías de hecho que presenciamos.
Audios revelados por W Radio muestran cómo hinchas de Los del Sur querían sabotear el encuentro entre Nacional y América. “Y va a estar maluca la cosa (…) muchos dijeron que entonces «si nos toca meternos a la hijue…, nos metemos a la hijue… y armamos un mierdero allá»”, se escucha en un fragmento de la conversación. El país entero vio lo que ocurrió durante el partido y cómo Los del Sur se creyeron dueños de la violencia como herramienta de protesta. Esto, como culminación de una larga historia en la que Nacional intentó empoderar a la hinchada, dándole beneficios, y ellos pagaron con un abuso de poder.
En El Espectador, Antonio Casale lo explicó bastante bien: “Los del Sur pagaron con otra moneda la generosidad del club que dicen amar. Usaron durante años la marca del equipo para hacer negocios como vender ropa, artículos del club y tours sin pagar regalías, como lo hacen los licenciatarios. Buscan la salida del actual presidente y vicepresidente de manera poco amigable(...). En redes, varios sectores de la barra expresan su intención de hacer desmanes, promocionando así la violencia para que el club que dicen amar sea suspendido y multado con millonarias cifras”. Mauricio Navarro, director de Nacional, confirmó esto después de lo ocurrido: “El problema es de ellos con la institución. Nosotros únicamente les comunicamos que el club, debido a la difícil situación económica, entre otras, no podía seguir aceptando las exigencias económicas que ellos hacían a través de temas como boletería, salida del equipo al estadio, tifos, salidas con humo”.
Lo curioso es que la Alcaldía decidió convertir la situación en otra rencilla personal más del alcalde Quintero. No solo amenazó con no volver a prestar el estadio ni aportar a la Policía para la seguridad en los partidos, sino que ayer en la tarde el mandatario tuiteó: “Si el presidente de Nacional cree que me va a poder tratar a mí como trata a sus hinchas está muy equivocado (...). No me conoce definitivamente”. No se entiende: una barra brava está intentando, con violencia, extorsionar a un equipo de fútbol, afectando al resto de una de las hinchadas más importantes del país, y el burgomaestre sale a buscar pelea con las directivas de Nacional. Deberíamos estar hablando de cómo garantizar la seguridad, de sancionar las vías de hecho, de reconocer que las autoridades tienen un rol importantísimo por cumplir. “No vamos a tolerar la violencia”, dijo el alcalde. Debería empezar con identificar bien cuál es la raíz del problema.
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