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Warhol en Bogotá

“NO CREERÍAN LA CANTIDAD DE PERSOnas que colgarían un cuadro de una silla eléctrica en su habitación, especialmente si el color del cuadro entona con las cortinas”, respondió el famosísimo artista estadounidense Andy Warhol a una pregunta que le hicieron acerca del sentido de su arte en una de las miles de entrevistas que circulan en libros, artículos y documentales.

El Espectador

17 de junio de 2009 - 06:00 p. m.
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Grafista, diseñador, pintor, cineasta, fotógrafo, promotor de grupos musicales y escritor esporádico, la obra de quien ha sido considerado uno de los artistas más importantes de la segunda mitad del siglo XX —y sin duda el más notorio del denominado arte pop— nos visita por estos días, 21 años después de muerto su creador.

La exposición, titulada Andy Warhol. Mr. America, consta de un total de 122 objetos, dos instalaciones incluidas, que serán puestas a disposición del público en el Museo del Banco de la República a partir de hoy y hasta el 21 de septiembre. Acompañada de 14 películas que serán debidamente proyectadas y comentadas en la Fundación Gilberto Alzate Avendaño, la muestra llega desde el Museo Andy Warhol de Pittsburgh y cuenta con la curaduría de Philip Larratt-Smith. Promete ser el evento cultural del año.

Andy Warhol pasó de ser un reconocido publicista, en la década del cincuenta, a convertirse en el punto de referencia del arte moderno estadounidense hacia finales de los sesenta. Colaboró inicialmente en revistas como Vogue y Harper’s Bazaar, después de que Glamour le ofreciese su primer empleo, y 10 años después ya sería considerado uno de los grandes ilustradores de zapatos de Nueva York.

Empezaba a adquirir el dinero que siempre deseó, por el que viajó de Pittsburg a Nueva York tan pronto acabó sus estudios en el Instituto Carnegie de Tecnología, cuando se decide por la pintura e instala su lugar de trabajo en lo que sería apodado The factory (La fábrica). En este mítico loft se harían fiestas con lo más underground de la cultura neoyorquina, al tiempo que correrían las sesiones fotográficas, rodarían las películas y actores, músicos, pintores, intelectuales, divas y travestis impactarían con sus excesos e historias de drogas y suicidios.

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La imagen publicitaria, cultivada con destreza en sus inicios, sería esencial para el desarrollo de sus pinturas. Igual papel jugaría la fotografía, que por esos días ocasionó que sus mejores clientes prescindieran de sus ilustraciones, y el evidente rechazo del abstraccionismo que reinaba en el momento. Utilizando la técnica de la serigrafía, los talleres de The factory producirían en serie imágenes aparentemente inocuas: las páginas de las revistas que anteriormente Warhol dibujaba para publicitar determinados productos comerciales. En adelante, éstas serían el centro de atención de sus pinturas. De acá la botella de Coca-Cola y la lata de sopas Campbell’s reproducidas ad infinitum.

La publicidad la haría entonces en solitario y la propia imagen convencional del artista que realiza por sí solo su propia obra sería cuestionada, así como la idea de que una obra pintada difiere radicalmente de una que ha sido realizada a partir del empleo de técnicas de impresión. El arte pop, del que ya anunciaban Jasper Johns, Robert Rauschenberg y Roy Lichtenstein, recibiría un influjo determinante de la mano del artista, ahora sí convertido en el personaje famoso que siempre añoró. Quizá por ello el curador de Andy Warhol. Mr America explique que la muestra escogida se centra en el período 1961-1968, cuando el artista “puso el mundo del arte de cabeza”.

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A partir de los temas sugeridos en medios de comunicación, anuncios publicitarios, libros de cómics y objetos culturales sin ninguna pretensión de nobleza, el arte adopta un nuevo sentido. Uno en el que se apela a las masas y se recrean sus principales referentes. Para hacerle frente a la supuesta banalidad que corroe la obra, a la aparente exaltación del consumo con que sus detractores valoraban el trabajo final, en más de una ocasión diversificaría personajes y situaciones. Haría retratos de los íconos más significativos de la moda y el entretenimiento, como Marilyn Monroe, pero también incorporaría accidentes automovilísticos y revueltas sociales. Y todo seguirá siendo arte pop. El mismo arte que, casi que de manera profética, habría de adelantarse a la cultura mediática que nos define en la actualidad. Warhol, dirán los expertos, volcó el arte hacia la cultura pop y la cultura pop hacia el arte.

Por El Espectador

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