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El cáncer de la demagogia

Hernán González Rodríguez
31 de agosto de 2015 - 04:32 p. m.

En las redes sociales circula el video con un sermón dominical del sacerdote español de nombre Santiago Martín Rodríguez, fundador de los Franciscanos de María, el cual inició pidiendo perdón a la manera del apóstol san Pablo. “Por si acaso desvarío”, advirtió, “por si acaso no le agradare a alguno de ustedes lo que voy a decir”.

Ojalá todos los sermones fueran tan oportunos y realistas como este en el mundo actual.

Afirma el sacerdote que está sumamente preocupado por lo que está sucediendo en Europa y en la Iglesia Católica, porque el papa Francisco está sosteniendo que el mayor cáncer del mundo de hoy es la corrupción y él no comparte tal opinión.

Para Rodríguez, este cáncer ni es el único, ni es el peor. La demagogia es peor, es el cáncer que está deslizando a Europa por la pendiente del desastre total y próximo. Demagogia, palabra de origen griego, es el ofrecimiento consciente o inconsciente de soluciones que cuentan con la aceptación popular, pero que resultan difíciles de cumplir y suelen terminar en tragedias, como en Grecia, para ganarse el favor de los votantes.

La demagogia también se conoce como populismo. Estos cánceres defienden la democracia, la libertad y la propiedad privada, al tiempo que promueven absurdos incompatibles con ellos como la vida cuasi gratis de la cuna a la sepultura con: educación, salud, vivienda, empleo bien remunerado y pensión de jubilación elevada. Incompatibles, porque se financian destruyendo la propiedad privada, las libertades y, finalmente, entronizando dictaduras elegidas y reelegidas por el pueblo.

Como ejemplo mencionó Rodríguez la jubilación en Grecia a los 50 años, de 600 actividades y profesiones, allí un peluquero se jubila a los 50, en tanto que un alemán debe laborar hasta los 67 años. El endeudado griego poco labora, en tanto que el acreedor alemán no cesa de trabajar.

Para Rodríguez, la Iglesia Católica también enfrenta una intensa y gravísima oleada de demagogia. A los sacerdotes los presionan para que hablen de una misericordia vacía de contenido y para que toleren robar, engañar, mentir, destruir el medio ambiente sin ninguna responsabilidad. Recuerden, concluyó, que Dios perdona, pero la naturaleza no perdona. Hasta aquí mis comentarios sobre algunos apartes del sermón aludido.

Al finalizar su viaje por Latinoamérica, dijo el papa Francisco: “Las ideologías terminan mal. Tienen una relación incompleta, enferma o mala con el pueblo. No representan al pueblo. Fíjense en el siglo pasado, ¿en qué terminaron las ideologías? En dictaduras, siempre. Piensan por el pueblo. No dejan pensar el pueblo”.

Tiene razón el papa, mal terminaron las ideologías que propusieron metas inalcanzables, como la igualdad del comunismo o la superioridad de la raza aria, ambas terminaron en tragedias. Mas no todas terminan mal, otra ideología, el liberalismo económico de la mayoría de los países latinoamericanos, nos salvó del comunismo ruso-cubano y ojalá nos ataje el castro-chavismo.

 

 

 

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