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El cartel de los sapos

Cecilia Orozco Tascón
28 de enero de 2009 - 04:15 a. m.

No hago alusión al libro del ex narco Andrés López. El cartel al que me refiero no tiene que ver con los soplones de la serie de televisión que se basó en el relato de López. Le dan título a esta columna otros sapos de un espécimen bien conocido.

Son aquellos a los que, con frecuencia, un chistoso les dice, después de que se han pasado de lambones con el todopoderoso de la fiesta: “Salta aquí sapito, cruac-cruac”, señalando la palma de la mano. Dos adulones han sobresalido, estos días, en el campo político y vale la pena describirlos porque aunque deberían avergonzarse por su conducta, se sienten héroes, ahí sí de telenovela. No sólo eso. Se atreven a dar lecciones de Ciencia Política y de Ética, y hasta construyen test de “lealtad” para agradar al sujeto de su lambonería.

Sapo Número Uno.– Gana esta categoría con lujo de méritos un recién aterrizado. Acaba de aparecer en la escena y, sin embargo, cree que posee autoridad para rajar a los que han acompañado al regente durante siete años. Según indica El Tiempo, en noticia escrita con la seguridad del que tiene como fuente al mismo que la produjo, en cuanto el amo expresó la preocupación nacida de su megalomanía (“el Presidente piensa que no a todo aquel que diga que defenderá la seguridad democrática, habrá que creerle”), el sapo, solícito, corrió a crearle “la prueba ácida” para descubrir a los traidores. Con cuatro preguntas despachó un par de viejos conflictos de las relaciones humanas: la mentira y el engaño. Sabio él.

Cuenta el periódico que el ganador de esta categoría le dijo al jefe de Estado: “Aquí hay mucha hipocresía”, y le soltó el dichoso test, para hacer caer a los culpables. Uno supone que, consecuente con su invento, el autor del quiz podría aprobar cualquier examen de lealtad. Soltémosle entonces estos interrogantes: 1.– ¿Usted fue jefe de debate del candidato Horacio Serpa cuando éste se enfrentó a Álvaro Uribe y le criticaba su presunta cercanía con el paramilitarismo? 2.– Como congresista, ¿votó contra la Ley de Justicia y Paz? 3.– ¿Votó contra la reelección presidencial de 2006? 4.– ¿César Gaviria, su mentor político, le pondría 1 ó 10 en la prueba “ácida” de la confianza?

Sapo Número Dos.– “Nuevo Teodolindo” le pusieron, por los puntos que había acumulado para merecer esta posición. Su frase cumbre en una entrevista a El Espectador es digna de incluirse en la biblia de las saperías y lo hará ingresar a la gloria del uribismo: “Él (Uribe) no se va a España a descansar seis meses. Él se queda trabajando”. Para halagar al Presidente habló pestes de Vargas Lleras, quien todavía es su jefe. Raro, porque han remado juntos en Cambio Radical desde 2006. Ahora recuerda que Vargas “abandonó a Serpa dos meses antes de la campaña…”; que “hizo crecer” a Cambio “sin filtros” y que por eso el partido resultó “severamente golpeado por… la parapolítica”. Ninguno de estos asuntos es de menor calado para haber callado tanto tiempo. Debe de ser que nuestro Número Dos sufre de amnesia conveniente. No se acuerda que en ejercicio de su vocación, le ofreció un coctel a César Gaviria en la campaña pasada, y que sólo un día antes de las inscripciones decidió quedarse del lado de Vargas Lleras.

¡Hay que admitir que al Sapo Número Uno no le faltaba razón cuando sentenció que “aquí hay mucha hipocresía”!

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