El concurso por la memoria

Rodrigo Uprimny
15 de septiembre de 2019 - 05:00 a. m.

El director del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), Darío Acevedo, anunció que los informes del CNMH sobre las atrocidades de nuestro conflicto armado serán ahora elaborados por investigadores seleccionados por concurso por Colciencias.

No hay nada objetable en que la elaboración de algunos informes del CNMH siga ese procedimiento, pues puede permitir que nuevos investigadores se vinculen, en forma transparente, al esclarecimiento de la verdad sobre nuestra guerra. Pero el anuncio de Acevedo es problemático al menos por tres razones.

Primera, porque lo usó para deslegitimar la labor previa del CNMH, en especial su informe general “¡Basta ya!”, por ser supuestamente sesgado ideológicamente, pues habría sido elaborado por un “pequeño grupo de intelectuales que no representan el amplio espectro de investigadores nacionales”. Acevedo plantea que gracias a Colciencias no habría ahora la “intervención de intereses ideológicos, políticos o religiosos en la selección y desarrollo” de los nuevos informes del CNMH.

El mensaje subyacente es entonces que los informes previos del CNMH, y en especial “¡Basta ya!”, no merecen credibilidad, pues fueron elaborados con sesgos ideológicos e intereses políticos.

Estoy en contra del amiguismo en las instituciones, por lo cual soy favorable a los concursos de méritos, pero el ataque de Acevedo es injustificado. Es obvio que Acevedo y otros pueden cuestionar los informes anteriores del CNMH, y ese debate es bienvenido. Pero deben hacerlo a partir de sus méritos o defectos intrínsecos, como la solidez de sus fuentes, de su marco teórico o de la coherencia de sus análisis. No generando un manto de sospecha sobre sus motivaciones por no ser obra de investigadores seleccionados por Colciencias. Con ese criterio, cualquier investigación de Fedesarrollo o del CEDE de los Andes sería cuestionable, pues sus investigadores tampoco fueron seleccionados por Colciencias. Eso es absurdo: existen investigaciones excelentes elaboradas por personas que no fueron seleccionadas por concurso, mientras que existen pésimos informes de proyectos escogidos por Colciencas, que dicho sea de paso no es que tenga los procesos más idóneos y transparentes de selección.

Segunda, por consistencia: si la idea es que haya selección por concurso para evitar supuestos sesgos ideológicos, Acevedo debería promover que el nombramiento del propio director del CNMH se haga por un procedimiento semejante, y no a dedo por el presidente, puesto que también puede haber sesgos en la selección de los temas que serán investigados, que es competencia del director. En una columna pasada propuse un esquema semejante, pues creo que fue un error de diseño institucional del CNMH dejar el nombramiento de ese director al presidente, pues tiende a politizar el debate sobre la memoria, como precisamente lo hace Acevedo.

Finalmente, porque este mecanismo desnaturaliza al CNMH, que no es un centro investigativo ordinario y menos aún un simple tramitador de proyectos académicos. Es una entidad que realiza una labor de memoria en beneficio y en articulación con las víctimas de las atrocidades de esta guerra, que Acevedo no reconoce. Y por eso el CNMH tiene deberes y garantías especiales, como que sus investigadores tienen inmunidad judicial por sus afirmaciones en los informes. Todo eso se pierde con la decisión de Acevedo, con lo cual surge esta duda: ¿no estará el director del CNMH volviendo irrelevante a la institución que dirige, en vez de articularla con la Comisión de la Verdad, con el fin de cumplir su deber de memoria con las víctimas?

Posdata. Por transparencia, aclaro que participé sin remuneración en la discusión y elaboración de algunos informes del CNMH, en particular en “¡Basta ya!”.

* Investigador de Dejusticia y profesor de la Universidad Nacional.

 

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