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El desconcierto de la "Concertación"

Columnista invitado EE
27 de agosto de 2012 - 10:03 p. m.

El Chile de la “Concertación”, el cual no produjo cambios estructurales en el régimen preexistente y que pareciera tener todo bajo control, empieza a despertarse con la cohesión y la coherencia de la generación posdictadura.

Extenuados ante la expresividad de las cifras macroeconómicas, el afán por responder solamente a las necesidades del mercado y la desnacionalización del cobre. Emerge la “primavera” chilena mediante la voz de Camilla Vallejo, presidenta de la Confederación de Estudiantes Chilenos, una joven de 24 años, militante del Partido Comunista, que ha dado cara y espíritu al movimiento estudiantil, que ha tomado las calles de Santiago “para decir que la juventud no es apática, apolítica ni individualista”, reivindicar cambios estructurales en la educación, cuestionar el modelo político y económico vigente, y que ha puesto en jaque al gobierno de Sebastián Piñera.

Camila y sus miles de seguidores afirman que la educación en Chile ha sido “secuestrada por el Estado”, considerado por la OCDE uno de los sistemas más caros del mundo; el altísimo costo la educación pública ha llevado a miles de estudiantes a abandonar la posibilidad de concluir sus estudios o a endeudarse antes de lograr su primer empleo. La educación es una de las expresiones más evidentes de la privatización a ultranza y el resultado será la tecnificación de la mayoría de jóvenes chilenos. La educación se ha convertido en un factor más de desigualdad en el “exitoso” modelo chileno, en donde la inclusión no aparece en el orden del día, y el Estado transfirió al mercado la responsabilidad de educar.

En diciembre pasado, el Ejecutivo logró aprobar en la Cámara de Diputados la Ley Hinzpeter, que impondría fuertes sanciones a quienes promovieran o participaran en movimientos estudiantiles. La pena podría ser de 541 días a 3 años. La posibilidad de aprobación de esta ley no ha impedido que miles de chilenos se hayan sentido representados por este movimiento, a pesar de la represión del Estado policial chileno, que intenta transformar a los estudiantes en delincuentes y a las universidades en campos de concentración.

Pareciera ser que el movimiento de la generación posdictadura ha indicado cuán cerca está el Chile del siglo XXI del Chile de Pinochet y cuán lejos el Chile democratizado de los ideales de Allende. Ojalá el movimiento estudiantil de Chile tenga un final diferente al de 1968. Adelante, Camila, ya eres el ancla de un Chile democrático.

* Beatriz Miranda, profesora de la Universidad Externado de Colombia. 

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