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El dorado de Santurbán

Alberto López de Mesa
13 de octubre de 2020 - 05:12 p. m.

Sobre el tramo oriental de los Andes colombianos comprendido entre los departamentos Norte de Santander y Santander, se da el Páramo de Santurbán. 142.000 hectáreas de prodigioso ecosistema que por su particular régimen de lluvias, por acoger 40 lagunas y porque las varias especies de musgos, helechos , frailejones y arbustos macollases, como una esponja natural hacen de su suelo el emporio hídrico en dónde nacen los ríos Zulia, Catatumbo, Suratá, Sardinera, Táchira, Tona, Pamplonita y 350 más, de los que se favorecen 2.300.000 personas de 48 municipios en Colombia y los costeros del golfo de Maracaibo en Venezuela.

Pero en el macizo paramuno dónde florecen las purpurellas y pavonias, dónde a un hay venados, curíes, patos y cóndores, también abundan áureas esquirlas de los meteoritos de oro que hace 200 millones de años se estrellaron contra el planeta. Desde tiempos prehispánicos las comunidades oriundas del macizo: Yariguíes, Laches y Chitareros, por el inexplicable y místico aprecio que los humanos le profesan al oro, fueron destacados orfebres, de lo cual se enteraron los conquistadores españoles, quienes ávidos del mítico Dorado, les robaron oro y tierras, los esclavizaron como mineros forzados.

Desde entonces se inicia la extracción artesanal del oro y esta práctica se trasmite por generaciones como una tradición y por supuesto, cada vez serán más notorios los destrozos del suelo y de la naturaleza paramuna: Los socavones rudimentarios provocan erosiones, el proceso de lavar la tierra de las ventas empuerca ríos y lagunas. Los males del oro lo advirtieron desde siempre los agricultores y debieron llegar a acuerdos regulando entre ellos mismos la extracción del mineral. Pero el negocio del oro ha sido y será de codiciosos, peor cada vez que merodeaban tras el oro de Santurbán mineros extranjeros. Por allí han pasado pequeñas empresas mineras de España, Japón, Estados Unidos, a ninguno de los cuales se le permitió la extracción a gran escala.

De suerte que en el siglo pasado, cuando parte de la humanidad se hizo consciente de los males consecuentes a la revolución industrial y de la necesidad de proteger el medio ambiente, en Colombia se crearon las Corporaciones Autónomas Regionales, responsables de proteger la flora y la fauna del país, y para el caso de los Santanderes, junto al Instituto Alexander Humboldt tuvieron como misión prioritaria la preservación de la naturaleza paramuna. Después cuando se hizo ley el Código Nacional de Recursos Naturales y mejor cuando la constitución del 91 determina que los páramos serán objeto de protección especial, la explotación de oro en Santurbán es regulada y las empresas extractoras deben someterse a procesos de licenciamiento.

Las leyes no se cumplieron al pie de la letra, políticos de la región con intereses en la minería lograron que se redujera el área de protección de 128 mil a 98 mil hectáreas, hubo sobornos a funcionarios para que dieran licencias con menos restricciones de las debidas, también aparecieron extractores furtivos como pequeñas mafias para la minería ilegal. Pero las poblaciones oriundas y favorecidas por los dones del Páramo, mayoritariamente han actuado en defensa de las aguas y de la naturaleza de la región. De hecho, en 2014 obligaron a qué se retirara la empresa canadiense Eco Oro porque su proyecto estaba sobre el área de protección. Tal demanda le costó al Estado colombiano 74 millones de dólares, lo cual sentaría precedentes de corrupción disfrazada de precaución.

Para el mercado mundial del oro el subsuelo paramuno de Santurbán es el lugar del legendario Dorado, ya no como una quimera sino como una realidad de cantidad y calidad comprobadas. Así pues, Los emires árabes, para quienes el oro ha sido el fetiche sustentador de su opulencia, y porque hace rato ambicionan el oro santurbeño; en 2017, enterados de que el gobierno colombiano adelantaba el proceso de paz con los guerrilleros de las FARC, vieron en ello la ocasión propicia para lograr el permiso de explotación del oro anhelado, ahora por la vía diplomática. El emir de Abu Dhabi en persona atendió al presidente Juan Manuel Santos, Nobel de la Paz, para entregarle 47 millones de dólares en apoyo al proceso de paz y a la vez le ofreció los servicios del grupo empresarial de inversión y desarrollo Mubdala Investment Group, que con una inversión de 1250 millones en los primeros cuatro años, de modo limpio y seguro, extraería en Santurbán, 11 toneladas de oro al año, asegurando que generarían progreso y calidad de vida en la región.

El presidente de la paz, haciendo caso omiso de las multitudinarias manifestaciones de los santandereanos que se oponían a la megaminería en el Páramo, facilitó que los empresarios árabes compraran MINESA, con la que propusieron el proyecto SOTO NORTE que rápidamente obtuvo permiso por parte del ministerio de ambiente para la explotación del oro a 2620 metros de altura, fuera del área protegida.

Con bombos y platillos se divulgaron las bondades del proyecto SOTO NORTE, los medios de comunicación y los congresistas compinches anunciaron el desarrollo que traería MINESA a los municipios California y Suratá dónde se hará la descomunal extracción y también trará desarrollo a todas las poblaciones de los dos Santanderes.

Pero los santandereanos, como todos los colombianos, advertidos por los ejemplos de desgracia y miseria que ha dejado la megaminería en la guajira, Chocó, Cauca, Antioquia y dónde quiera que han llegado sus prácticas indolentes con el medio ambiente y porque se ha visto que ha primado su codicia antes que el favorecimiento a las regiones en que inciden. Con tales antecedentes de explotación depredadora, las poblaciones aledañas al Páramo, ambientalistas comprometidos con la protección de los ecosistemas montamos, diligenciaron demandas ante todas las instancias gubernamentales, multitudes se manifestaron públicamente en contra de la presencia de MINESA en el macizo santurbeño. De suerte que la Corporación Autónoma Regional para la defensa de la meseta de Bucaramanga CDMB, sometió a riguroso análisis el proyecto SOTO NORTE, por parte de 30 profesionales expertos en geología, hidrogeología, geotecnia, geoquímica, en calidad del aire más cinco profesionales ambientalistas de la Universidad de Antioquía, todos los cuales demostraron que la oferta de megaextración de oro propuesta por los árabes, “traería graves consecuencias no solo para el ecosistema paramuno, sino para la fauna y la flora, las tradiciones de la región y el suministro de agua”. Dicho informe se entregó a la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales ANLA, quienes atendieron las juiciosa demandas y detuvieron el proceso de licencias al proyecto SOTO NORTE.

También en el congreso unos pocos senadores cumplieron un debate con la presencia del ministerio de ambiente, exigiendo la suspensión del proyecto minero en el Páramo.

Muchos festejamos la oportuna denuncia del exabrupto ambiental, pero no todos en los Santanderes coinciden en que se suspenda el proyecto minero, tampoco el gobierno actual da señas de acoger las demandas en contra Minesa. El asunto está en un limbo momentáneo. La compañía proyecta iniciar su etapa productiva (explotación) en el año 2021 del proyecto SOTO NORTE que se estima tendrá una vida útil de 20 años. Para el ministerio de hacienda y para los del partido de gobierno, las regalías que dejarán los mineros árabes son pertinentes dada la crisis económica que ocasionó la pandemia Covid-19.

Así las cosas no es hora de cantar victoria, la alerta es latente y lo propio es insistir masivamente en la oposición a la megaminería en el Páramo. Demostrarle al gobierno y al mundo que nuestro verdadero dorado es el agua y las virtudes naturales de nuestros páramos.

 

Eduardo(00883)13 de octubre de 2020 - 10:33 p. m.
No se puede aflojar, el presidente Duque no es de fiar, hay q NEGAR la licencia, no basta con archivarla.
Camilo(57229)13 de octubre de 2020 - 06:31 p. m.
Asi es columnista, el verdadero dorado es el agua y la inme sa riqueza de los paramos. La humanidad ha corrido cautivada tras " los pedacitos de sol", el oro, desde siempre. Es pertinente esta importante mirada a la posibilidad de hacer un desastre irreversible en el Paramo de Santurban. Que su reflexion atine a detener tal calamidad.
luis(89686)13 de octubre de 2020 - 06:23 p. m.
Regalías quiere decir que ellos sacan el oro porque nosotros no podemos, se lo llevan y a Colombia le regalan unas chichiguas que se las tragan los garosos. Y así con todo.
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