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El fenómeno Aravind

Roberto Esguerra Gutiérrez
08 de septiembre de 2013 - 10:00 p. m.

De los 40 millones de ciegos que hay en el mundo 12 millones están en la India, en donde la incidencia de cataratas es más alta por factores como desnutrición, genética, exposición a rayos ultravioleta y otros.

Lo importante para esta historia es que la ceguera que producen las cataratas es totalmente curable.

La ceguera en la India tiene un mayor impacto social porque ocurre en gente más joven que en el resto del mundo y, como dice un adagio popular de esa región, un ciego es “una boca sin manos”, para describir su efecto demoledor en hogares pobres, en donde la madre afectada no puede hacer los oficios de la casa, o si es el padre tiene que dejar las labores del campo con que daba sustento a su familia.

Por eso el doctor Govindappa Venkataswamy, “Doctor V”, como se le conoce por lo difícil de su apellido, cuando se jubiló en 1976 decidió emprender un proyecto sin dinero y sin un plan de negocios, pero sí con una meta clara: ayudar a eliminar la ceguera curable. Así nació en Madurai al sur de la India, Aravind, una organización sin ánimo de lucro que contó inicialmente con un hospital de 11 camas en una casa arrendada.

Hoy Aravind es el centro que realiza más cirugías oculares en el mundo, más de 300.000 al año, 67% de las cuales son de cataratas, con resultados comparables o mejores que los de los centros más reputados del mundo, por lo que goza de reconocimiento y acreditaciones internacionales, tiene convenios con centros en todos los continentes y programas de formación para especialistas provenientes de 69 países. Ya son siete hospitales con 3.200 camas en distintas regiones de la India, una fábrica de lentes intraoculares (Aurolab) y un instituto de investigación, educación y consultoría (Laico).

Al Doctor V lo obsesionaba la manera como McDonald’s había logrado la estandarización de procesos, el reconocimiento de sus productos y la accesibilidad a sus comidas rápidas para mucha gente de clase media y baja en el mundo occidental. Así desarrolló un esquema en que técnicos en diferentes disciplinas realizan sus funciones milimétricamente coordinados, para que los oftalmólogos puedan hacer uso eficiente de su valioso tiempo. Por eso mientras en Estados Unidos un oftalmólogo hace de 200 a 300 cirugías al año, aquí pasan de las 2.000. También han logrado reducir los tiempos entre cirugías de manera dramática, hasta llegar a ser apenas 3 minutos, haciendo posible que algunos cirujanos realicen 100 cirugías al día.

Sin embargo, lo más apasionante de Aravind es el aspecto social, ya que su objetivo es lograr que los más pobres tengan acceso a sus servicios. Por eso 53% de los pacientes no paga nada por una cirugía de cataratas o sólo realiza un pago mínimo. Todos son atendidos en las mismas instalaciones en que se atienden aquellos que sí pagan, para garantizar igual calidad en los procedimientos. Lo más asombroso es que cada persona es quien dice si puede o no pagar, sin trámites o verificaciones, porque se le cree a la gente.

Preocupados porque inicialmente la proporción de pobres que usaba los servicios no era la esperada, descubrieron que era por falta de dinero para el transporte. Desde entonces los recogen en sus casas y los regresan luego de la cirugía y además permanentemente realizan brigadas en los lugares más pobres y remotos para identificar a las personas que requieren cirugía, que son operadas sin costo. El Doctor V murió en 2006, pero su obra sigue luchando contra el abismo de la ceguera tratable, del cual ya ha sacado a más de 4 millones de personas.

 

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