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“Están jodiendo a los jugadores por tercera vez. (…) Tengo a Ospina reventándome el teléfono todos los días”. Ospina es David Ospina, el arquero de la selección de Colombia, pidiendo boletas para un partido en el que él será protagonista. El mensaje por chat, publicado en la investigación de la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC), lo envió Luis Guillermo Escobar, entonces gerente de la Federación Colombiana de Fútbol (FCF) y mano derecha del actual presidente, Ramón Jesurún. Va dirigido a Elías Yamhure Daccarett, socio de Ticket Ya, la empresa que se encargó de revender miles de boletas para partidos de la eliminatoria. Escobar, de la FCF, busca con afán a Yamhure Daccarett, el empresario corrupto, porque no tiene boletas para darles a los jugadores, que cuentan usualmente con algunas de cortesía para que sus amigos y familiares los vean en el estadio.
“Perdona que te contradiga, pero a los jugadores los jodieron ustedes que les dimos 4.200 boletas y no dejaron ni una para ellos”, le responde molesto Yamhure Daccarett. Es agosto de 2017 y Colombia está por recibir a Brasil en Barranquilla para el juego clave de la eliminatoria al Mundial de 2018. Juego para el cual la reventa alcanzó su punto máximo de extorsión a los aficionados, con sobrecostos del 300 %.
Durante las pasadas eliminatorias los directivos actuales de la FCF, incluyendo a Jesurún, participaron en un esquema corrupto para entregar la licitación de la boletería a una empresa que las revendió ilegalmente, como quedó probado en la sanción confirmada por la SIC en octubre de 2020. Por esto la FCF pagó ya una multa de más de $16.000 millones (lo que aproximadamente costará el contrato del próximo técnico de la selección durante toda la eliminatoria).
Menos conocido es que Jesurún y la FCF cumplían un rol directo en la asignación de boletería. Eran ellos mismos revendedores y traficantes de boletas. Con tal avaricia, que hasta disponían de las boletas separadas para los jugadores de fútbol que sudaban la camiseta en el Metropolitano. Según la investigación de la SIC, “la Delegatura cuenta con evidencias que corroborarían reuniones adelantadas entre RAMÓN DE JESÚS JESURÚN FRANCO (presidente de la FCF) y ELÍAS JOSÉ YAMHURE DACCARETT (…), con la finalidad de tomar decisiones relacionadas con la ejecución del contrato de boletería y, en especial, con aspectos puntuales de asignación de boletería”.
En el chat de agosto de 2017, Escobar, de la FCF, y Yamhure Daccarett, de Ticket Ya, siguen discutiendo para encontrar una solución a la falta de boletas para los jugadores. Daccarett escribe: “Es que definitivamente cada vez que vaya a hablar con Ramón bajo enseguida a reunirme contigo para que estés informado de lo que decidimos. (…) Te prometo que no tenemos boletas. Solo las de Alcaldía. Habla con Ramón y si me autoriza las sacamos y le prometemos algo especial (para el partido con) Paraguay”. En ese momento el alcalde era Álex Char, dueño del Júnior de Barranquilla, equipo del que Ramón Jesurún fue vicepresidente antes de pasar a la FCF.
Yamhure Daccarett fue llamado a juicio por la Fiscalía a finales de noviembre para responder por delitos de agiotaje agravado, corrupción privada y concierto para delinquir. Mientras tanto Ramón Jesurún, su socio criminal según detalla la SIC, sigue al frente de la FCF, invita al estadio al ministro de Justicia, recomienda a la procuradora Cabello para participar en comités disciplinarios de la Conmebol y ofrece entrevistas en las que nadie le pregunta por sus presuntos delitos, sino por los nombres del próximo técnico de la selección. La Fiscalía de Barbosa no avanza en su caso a pesar de la abrumadora evidencia ya procesada por la SIC y el Ministerio del Deporte mira impávido, mientras los colores colombianos en el fútbol siguen representados y gerenciados por un sancionado corrupto que despacha con total impunidad.