El legado de Santos

Santiago Montenegro
04 de junio de 2018 - 02:00 a. m.

El gran legado del gobierno de Juan Manuel Santos será el haber logrado la entrada de Colombia a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Para la opinión internacional, el Acuerdo de Paz es su gran legado, pero internamente, en mi opinión, no lo será, por varias razones. Primero, porque, dicho proceso nació con el pecado original de haber sido una política de gobierno y no de Estado. Los principios que gobernarían el acuerdo, así como sus negociadores, debieron ser acordados con todos los grupos políticos que tenían representación en el Congreso, incluidos, por supuesto, los grupos y partidos de la oposición. Así se hizo en el Reino Unido en la negociación con el IRA y en España en la negociación con ETA. De esta forma, en esos países, las negociaciones y la implementación de los acuerdos sí lograron legitimidad y apoyo, independientemente de los cambios de gobierno, y no fueron motivo de confrontación partidista. Segundo, después de firmados, los acuerdos de La Habana se desfiguraron porque no existió la voluntad política de los mismos partidos de la mayoría del gobierno en el Congreso. Se estima que más de un 50 % de las leyes y actos legislativos que debían incorporar el acuerdo al ordenamiento constitucional y legal ni se discutió ni se tramitó en el Congreso. En tercer lugar, el Acuerdo de Paz está muy desprestigiado por cuenta de la incompetencia de las agencias públicas para su implementación, lo que se ha traducido en que un 70 % de los exguerrilleros de las Farc hayan abandonado las zonas de concentración. A dicha incompetencia hay que agregar el clientelismo y la corrupción que se ha denunciado en la JEP. En cuarto lugar, el apoyo a los acuerdos de paz está aún más golpeado por culpa de las mismas Farc, pues se estima que las disidencias armadas de esa guerrilla alcanzan ya unos 1.200 militantes, y también por la detención de Santrich, acusado de tráfico de cocaína.

Por todas estas razones, los acuerdos de La Habana no serán el gran legado de Santos y serán recibidos por la próxima administración diezmados e inconclusos. Paradójicamente, será el próximo gobierno el que salvará lo que queda de dichos acuerdos y le dará una impronta definitiva.

Por todo lo anterior, la entrada al exclusivo club de la OCDE será el gran legado del gobierno Santos. Fundada en 1961, la misión de la OCDE es promover políticas que mejoren el bienestar de las personas en todo el mundo. Es un foro en el que se comparten experiencias, mejores prácticas, se buscan soluciones a los problemas y se construyen métricas que miden el desempeño de los países en todas las áreas. Los análisis y las recomendaciones son independientes y se basan en evidencia empírica, razón por la cual la OCDE tiene, quizá, la más alta credibilidad entre todas las organizaciones internacionales.

De hecho, aún antes de entrar, Colombia ya había comenzado a implementar muchas recomendaciones de la OCDE, como buenas prácticas de gobierno corporativo en las empresas estatales. Debemos, entonces, prepararnos para ser medidos y comparados en todas las áreas con los países más desarrollados del mundo. Ese será un gran incentivo para mejorar y alcanzar unos acuerdos básicos entre todos los sectores políticos y sociales y, así, tratar de solucionar tantos problemas que nos aquejan.

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar