El mordisco de la inflación a los salarios

Gonzalo Hernández
08 de enero de 2019 - 05:00 a. m.

Es importante prestar atención a las negociaciones políticas sobre el salario mínimo, que llevaron a que el Gobierno decretara un aumento de 6 por ciento –sin el respaldo de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT)–. Sin embargo, no pueden desconocerse las fuerzas del mercado y de la política monetaria, que serán las que al final definirán la capacidad adquisitiva del ingreso de los asalariados colombianos.

En 2019, el país enfrentará presiones inflacionarias que diluirán buena parte del incremento del 6 por ciento. Está por un lado el fenómeno de El Niño, advertido desde hace varios meses. Está también la devaluación cambiaria, resultado de dos factores que ponen a escasear los dólares en Colombia: el descenso de los precios del petróleo y el incremento reciente de las tasas de interés –25 puntos básicos– en los Estados Unidos. El Niño afecta la oferta de alimentos y eleva el precio promedio de los bienes agrícolas. La devaluación encarece los bienes importados que hacen parte de la canasta familiar. La inflación aumenta.

Ante este escenario, seguramente a varios miembros de la Junta Directiva del Banco de la República les gustaría reaccionar como lo hicieron en 2016, con una combinación de aumentos acentuados de su tasa de interés de intervención –hasta casi 8 por ciento– y con el incumplimiento de la meta de inflación. Saben que no tienen una herramienta de control climático que pueda estabilizar los precios de los alimentos. Con los incrementos en su tasa apuntan, entonces, a enfriar toda la economía, como cuando el médico receta antibióticos que mata todo tipo de microorganismos: malos y buenos. Reducen la inflación luego de golpear la demanda agregada y sacrificar empleos.   

Las cosas, sin embargo, no están para el componente antiinflacionario de la receta, con aumentos de tasas de interés. Los mercados internacionales enfrentan hoy una fuerte incertidumbre. Se habla de una eventual contracción del comercio internacional por cuenta de las guerras comerciales y de una posible desaceleración mundial que, por supuesto, afectaría a Colombia. Y los precios bajos del petróleo –nuestro principal producto de exportación– no solo ponen a escasear los dólares, también impactan negativamente el producto interno bruto colombiano en el corto plazo. Es decir, el paciente no está para antibióticos fuertes. De seguir la receta completa de hace dos años, el Banco de la República podría llevar al país a una recesión. Esto no lo soportaría la frágil popularidad del gobierno del Presidente Duque.    

Así, sin cambios importantes en el contexto macroeconómico actual, es muy probable que el Banco de la República vuelva a incumplir la meta. Ya anunció que mantendrá la meta inflacionaria para el 2019 en un rango de 2 y 4 por ciento. Aunque la inflación de 2018 fue 3,2 por ciento, la presiones para el 2019 llevarán la inflación al límite superior del rango (4 por ciento) o por encima.

El aumento del 6 por ciento en el salario mínimo quedará convertido en un aumento en términos reales de 2 por ciento o menos. ¿Un incremento histórico? Para nada.

Profesor asociado de Economía y director de Investigación de la Pontificia Universidad Javeriana (http://www.javeriana.edu.co/blogs/gonzalohernandez/)

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