Yo soy como el picaflor

El mundo según Confucio

Ricardo Bada
28 de junio de 2019 - 02:00 a. m.

Con dos semanas de diferencia —los domingos 16 y 23 de este mes— leí en el diario liberal independiente de Colonia dos respectivas entrevistas, de página entera, con un experto de la CNN en el tema de Asia: el filósofo indio Parag Khanna, autor del libro El futuro es Asia, además de consejero en el equipo con el que Barack Obama llegó a la Casa Blanca, y con el profesor camerunés Achille Mbembe, autor del libro Crítica de la razón negra y profesor de Filosofía en la Universidad de Johannesburgo. El profesor Mbembe asegura que la decadencia de Europa es inevitable y el periodista le pregunta si los africanos creen que este declive del continente europeo sea una buena cosa. Y el profesor le contesta: “Es inevitable. Si es algo bueno o malo, es cosa a discutir. Pero pasará de todas formas. Naturalmente, Europa no se siente feliz con esta situación, pero ojalá esta decadencia la conduzca a tener otras formas de trato con el resto del mundo. La humanidad tiene mucho que agradecerle a Europa, sin duda. No seríamos quienes somos sin los aportes europeos; eso no lo quiero menospreciar. Pero en dichos aportes debemos buscar las cosas de las que podamos aprovecharnos todos”.

Por su parte, según su colega indio, somos testigos de un desplazamiento tectónico en el reparto de poderes en nuestro planeta, y el periodista le pregunta que cómo puede estar tan seguro de lo que afirma, a lo que Parag Khanna le responde: “Muy sencillo, porque ese desplazamiento ya se produjo. Vivimos en un mundo que está acuñado por un modelo asiático. Más de la mitad de la población mundial vive en Asia, más de la mitad de la economía mundial se produce en Asia. Lo que pasa es que nuestro punto de vista eurocéntrico todavía no lo ha detectado”.

Lo que me parece más interesante de esta segunda entrevista es que, según Parag Khanna afirma en su libro, “China quiere ser una gran Alemania. Ello tiene causas filosóficas por lo que se refiere a las ideas alemanas, incluidas las de Karl Marx; pero también se trata de las ventajas del Estado del bienestar y la potencia de la economía alemana. Alemania es un ejemplo, así como ciertos aspectos de la economía y la cultura política de Japón que China ha sabido adoptar. Confucionista como soy, tomaría a Alemania y Japón como ejemplos”.

Confieso que después de leer las dos entrevistas y relacionarlas entre sí, lo que tengo más en claro es que Europa perdió el tren de la historia y vivimos ya en un mundo asiatizado, donde China quiere ser una gran Alemania. Ah, y que el gran filósofo chino fue Confucio, “el inventor de la confusión”, como acertó a decir hace un par de años una clarividente candidata al título de Miss Panamá.

 

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