El “ni, ni” del gobierno Duque

Catalina Uribe Rincón
23 de mayo de 2019 - 05:30 a. m.

El irrisorio episodio de la salida de la cárcel y recaptura de Santrich puede verse como un modelo de lo que ha sido hasta hoy el gobierno Duque. Esta noticia, que parecía salida de algún portal de humor, resultó cierta. Y en el espectáculo se percibió cómo se desperdiciaron recursos del Estado, tiempo de funcionarios, atención de los medios y de la ciudadanía, y todo para que el problema quede en las mismas. Santrich ni es extraditado ni queda libre y, mientras tanto, otros guerrilleros piden aplazar su versión voluntaria en la JEP y la justicia transicional queda en veremos. 

Y así, cuando ya casi se cumple un año del mandato de Duque, seguimos viviendo en el mundo del “ni, ni”: ni hacen, ni dejan hacer. Pensemos en todos los intentos fallidos o inconclusos del actual Gobierno. Empezó con una entorpecida reforma tributaria qué pasó arrastrada y que hasta hoy no ha ayudado a que la economía despegue. Cuando su popularidad estuvo por el piso, intentó el famoso “cerco diplomático”, que no tuvo nada de cerco ni de diplomático. Maduro está más pegado que nunca al poder, la crisis de Venezuela no cesa y Duque se queda solo en la región con sus propuestas ambiguas sobre una intervención militar.

Y seguimos. Las objeciones a la JEP entraron en un proceso kafkiano de leguleyadas que lo único que hacen es entorpecer. Su relación con EE. UU. no se define y mientras el presidente colombiano se sigue vendiendo como el mejor amigo de Trump, el jefe del norte no parece estimarlo ni cinco. Ya Trump ha “regañado” dos veces a Duque por no hacer suficiente contra el narcotráfico. ¿Y el glifosato? Ni se descarta, ni se busca alternativa, ni logran convencernos de que no es un veneno.

Y ahora le dio por llamar a un pacto nacional. ¿Con quién va a pactar? Un pacto requiere administración, negociación y toma de decisiones. ¿Cómo lograr un pacto cuando lleva meses ignorando a la oposición? Muchos han sugerido que el Gobierno tiene una vocación institucional, pero que su líder, Uribe, es todo menos institucional. Quizá tienen razón. Pero el problema parece también ser que tienen visión de partido, pero no de país. Están como la Iglesia católica en el siglo XVI: incapaz de unificar a Italia y reticente a dejarla unificar.

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