Él no puede, usted sí

Gonzalo Hernández
28 de mayo de 2019 - 05:00 a. m.

Sergio Fajardo le pide al presidente Duque –en la carta pública “¡Atrévase, presidente!”– que una al país y que lo dirija en el camino de la reconciliación. Y cuestiona, entre varios temas, el desempeño del Gobierno en relación con el Plan de Desarrollo “sin rumbo”, el asesinato de líderes sociales y desmovilizados, la aparente política de incentivos perversos en las Fuerzas Armadas –denunciada recientemente por The New York Times–, una crisis institucional severa y la inefectividad al enfrentar la corrupción. Fajardo le cobra al presidente Duque el incumplimiento de la promesa de unidad que marcó la campaña del candidato presidencial del Centro Democrático.

O Fajardo sobrestima con ingenuidad el poder presidencial y la capacidad del presidente Duque de distanciarse de la influencia del presidente Uribe, o simplemente no se atreve a dirigir sus cuestionamientos al partido de gobierno –el Centro Democrático–, claro corresponsable de los movimientos del timón. ¿No se atreve Fajardo por razones de cálculo político frente a las elecciones de 2022, para intentar llegar a la Presidencia con apoyo adicional de la derecha?, ¿no se atreve por mantenerse consistente con una tibieza emotiva y poco pragmática? Tal vez por un poco de las dos. Tal vez hay algo pragmático en la tibieza: el cálculo político.

A diferencia del presidente Santos, que subió con la popularidad del uribismo del momento –lo que le permitió por buen tiempo aceitar la maquinaria de la Unidad Nacional–, el presidente Duque subió con un margen mucho menos amplio, que permitía anticipar las fuertes oposiciones que enfrentaría desde diferentes flancos.

Ni siquiera su partido le da un respaldo contundente. Ni siquiera su partido es visto permanentemente como el partido de gobierno. Basta mirar los bajonazos en la popularidad del presidente y el silencio de los fusibles ministeriales para darse cuenta de quién recibe con mayor fuerza los golpes cuando el partido de gobierno le da impulso a su agenda. Cuando el partido de gobierno se recubre de teflón, el que se quema en la sartén es el presidente Duque.

Dudo que Fajardo sea ingenuo frente a esto. Sabe que el presidente no puede atreverse. Y como sabe también que el sacudón que está viviendo nuestra institucionalidad tiene que ver fundamentalmente con los acuerdos de paz, debería, como figura pública con amplio respaldo popular, atreverse a liderar de manera decidida la defensa política de la implementación de esos acuerdos que, a pesar de sus imperfecciones y retos, han desmantelado ya una fábrica de muerte.

Para empezar, por ejemplo, atrévase a liderar la defensa política de la implementación de los componentes económicos de los acuerdos: la reforma rural integral y la atención prioritaria a las zonas PDET (programas de desarrollo con enfoque territorial). Allí está el corazón de la paz estable y duradera y, de paso, un elemento de gran impacto social para destacar en su plataforma económica.

El presidente no puede atreverse, usted sí. Cámbiele el destinatario a su carta, diríjala al partido de gobierno, y no permita que se vaya a decir que, por cuenta de una estrategia política para el 2022, el país paga hoy los costos de su compromiso personal con la tibieza. ¡Atrévase, Sergio!

* Profesor asociado de Economía y director de Investigación de la Pontificia Universidad Javeriana (http://www.javeriana.edu.co/blogs/gonzalohernandez/).

 

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