El Nobel para Richard Thaler

Salomón Kalmanovitz
23 de octubre de 2017 - 02:00 a. m.

El jurado de ciencias económicas del Banco de Suecia ha otorgado por tercera vez el Premio Nobel a investigadores que han socavado los fundamentos de la economía ortodoxa. El primero fue para el psicólogo Daniel Kahneman en 2002, “por haber integrado aspectos de la investigación psicológica en la ciencia económica, especialmente en lo que respecta al juicio humano y la toma de decisiones bajo incertidumbre”. La decisión despertó la ira de la profesión que se cree portadora de la más dura de las ciencias sociales y desprecia al resto. El segundo fue para Robert Schiller en 2013 por su análisis de la exuberancia irracional que caracteriza los mercados financieros y los de finca raíz cuando hay un auge sostenido en la economía o de pesimismo durante las recesiones. Esta vez el galardón fue para el economista y psicólogo Richard Thaler, profesor de la Universidad de Chicago.

Thaler ha contribuido a expandir y refinar el análisis económico al considerar tres rasgos que sistemáticamente influyen en las decisiones económicas: la racionalidad limitada, la percepción de justicia y la falta de autocontrol de las personas, según el jurado que le concedió el Nobel.

La economía requiere de una teoría psicológica que ayude a comprender el comportamiento humano. La escuela ortodoxa se apoya en el utilitarismo, una doctrina del siglo XIX que supone que los seres humanos somos racionales y tomamos decisiones cuantificando la utilidad (bienestar o malestar) que nos producirá. Conocemos además el futuro y siempre podemos maximizar nuestra utilidad.

La economía conductual que ha contribuido a desarrollar Thaler se apoya en la cuidadosa observación de las decisiones que toman las personas. Él ha analizado el comportamiento financiero en mercados de alta volatilidad, que es incompatible con la teoría de los mercados eficientes que suponen su equilibrio permanente. Thaler documentó la presencia de acciones de empresas que tienen precios negativos, lo cual es poco razonable porque un inversionista siempre se puede deshacer de una acción sin valor. Las personas tienden a ser cautas en horizontes cortos de tiempo y escogen renta fija (bonos de gobierno), pero son más aventureros cuando se contemplan plazos más largos y optan por adquirir acciones.

La mercadotecnia se aprovecha de la irracionalidad del consumidor. Descuentos o proclamas de “compre tres y pague dos” les crean a las personas la sensación de que han ganado, moviendo el punto de referencia del precio que pudo ser alterado por la promoción. La lotería o el chance se publicitan sobreexponiendo a los pocos ganadores y ocultando la inmensa mayoría de perdedores. Muchos consumidores son tentados a que adquieran préstamos desventajosos para que compren un bien que en realidad no pueden costear. Este tipo de investigaciones puede contribuir a que los ciudadanos sepan reconocer los trucos de la publicidad y evitar tomar decisiones económicas perjudiciales.

La psicología conductual ha logrado importantes avances para entender el comportamiento humano frente a la economía, pero ha renegado de la historia de la disciplina y sobre todo del legado de Sigmund Freud. Keynes, por el contrario, había leído al creador del psicoanálisis y pudo caracterizar el comportamiento financiero como impulsado por “espíritus animales” en su Teoría general del empleo, el interés y el dinero (1936), que terminan agudizando los desequilibrios cíclicos de la economía.

 

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