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El paro

Sergio Otálora Montenegro
01 de mayo de 2021 - 03:00 a. m.

Álvaro Uribe está desesperado. Por una parte, en su cuenta de Twitter, se dedicó todo el día del paro a reproducir videos de saqueos y actos violentos. Esa es la idea: para el expresidente sub judice, protesta ciudadana y vandalismo son dos caras de la misma moneda. Terroristas. Bandoleros al margen de la ley.

Es la mentalidad paramilitar que lo llevó a la acción, durante sus sangrientos años de gobierno, y que lo tiene ahora empapelado hasta el cuello.

Por otro lado, ya no sabe dónde poner a su muñeco de ventrílocuo, es decir, a este remedo de dirigente que ha superado todos los límites de estupidez, incompetencia y terquedad en el ejercicio del poder. Al lado de semejante esperpento, Andrés Pastrana es ponderado y profundo estadista. “Lean los riesgos a la democracia” trinaba de la ira el exsenador Uribe, indignado por la torpeza del equipo de gobierno para negociar una reforma tributaria, y aconsejaba, salido de casillas, no someter toda la reforma a debate, sino las partes “que faciliten el consenso de pocos artículos, simples, claros, no agresivos…”.

No son buenas las perspectivas inmediatas del uribismo, fuera y dentro de la Casa de Nariño. La movilización popular del 28 de abril fue impresionante, si se tiene en cuenta que se desarrolló en lo más crudo de la pandemia. Como bien lo tituló la portada de El Espectador, el día del paro se expresó “un país sin tapabocas”; gente de carne y hueso dispuesta a desafiar las infames leyes de la COVID-19 para tomarse las calles y expresar su profundo descontento no sólo por la tal reforma, sino por el incumplimiento de los acuerdos de paz, la pobreza disparada, la violencia y el errático manejo de la pandemia y las vacunas.

La miseria, según las últimas estadísticas del DANE, está en el 42%, y las encuestas insisten en darle una notable ventaja a Gustavo Petro con respecto a sus adversarios. Debe correrles un escalofrío por la espalda a los dirigentes de los diversos partidos de la derecha al ver semejante panorama. Y no es que los trasnoche que más colombianos vivan con una mano adelante y otra atrás, sin el sustento mínimo para llevar una vida decente.

Lo que de verdad les quita el sueño es que los astros parecen estar alineados en su contra: el “odio social” (como lo llama el señor resucitado de El Ubérrimo), exacerbado por la pandemia y por el pésimo animador de televisión que resultó el inquilino de la Casa de Nariño, un mediocre enrazado de Trump (cuando monopolizó las ruedas de prensa sobre el manejo del virus) y Chávez con su legendario Aló, presidente; el desprestigio de Uribe como gran timonel de su propio invento (el uribismo); una deplorable obra de gobierno que hace agua por todos sus costados; una ciudadanía enardecida por la desidia y la crueldad de sus gobernantes, y unos movimientos alternativos que, poco a poco, en medio de rencillas internas, se sintonizan más con las necesidades y frustraciones de un pueblo.

Faltan, sin embargo, muchos meses, una eternidad, para las elecciones de 2022. El asesinato de dirigentes populares es una afrenta diaria, al igual que esa terrible “operación pistola” contra los desmovilizados de las Farc. Puede que haya, en apariencia, una “tormenta perfecta”, pero los coroneles del uribismo, más su maquinaria regional (compra de votos y plomo), no se van a quedar con los brazos cruzados.

Están haciendo ejercicios militares en la frontera con Venezuela, y la intromisión en ese país de todos los grupos armados colombianos (narcos, paramilitares, disidencias, Eln), más la reacción de las Fuerzas Armadas del vecino país contra esa incursión criminal, pueden convertirse en disculpa para inventarse un oportuno conflicto. No se sabe si Duque siga a su héroe caído Trump, e insista que, con respecto a Maduro, “todas las opciones están sobre la mesa”.

La pandemia no da tregua, y eso significa mayor penuria para un vasto sector de la población. Al mismo tiempo, la guerra sigue su curso. Y este gobierno logra nuevas marcas olímpicas de incompetencia y desgobierno. Puede que Petro esté “barriendo” en los sondeos de opinión. Al final, son apenas fotografías de un momento político. Pero también hay que recordar que, en materia de desastres, pensamos que con Turbay, Barco y Andrés habíamos tocado fondo. Y llegaron peores. Y ganaron elecciones, a las buenas y a las malas. Esta vez, a los mismos de siempre los agobia el nerviosismo, no contaban con la peste y han quedado, como nunca, en evidencia. Eso puede ser una buena noticia, o la peor de todas: la destorcida puede ser aún más violenta que la de los años anteriores.

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Mar(60274)02 de mayo de 2021 - 02:36 a. m.
Eso se sabía con Uribe, que les robó a los campesinos sus tierras a punta de descuartizamientos y que seguíamos los de las ciudades y lo quiere hacer a punta de leyes y de impuestos. La gente si es bruta la que votó por el muñeco de "él", no creo que les quedaron ganas, ya se las hicieron a ellos.
Mar(60274)02 de mayo de 2021 - 02:22 a. m.
Se quedaron sin qué robar y ya nos quieren atracar a nosotros.
Francisco(30227)01 de mayo de 2021 - 02:04 p. m.
Hasta cuando uribe, Dejen a ese pelafustán en su ubérrimo tomando tinto y montando a caballo. Darle tanta "importancia" es lo que lo mantiene envalentonado y creyéndose el mesias. ¡No más uribe!
Pedro Juan Aristizábal Hoyos(86870)01 de mayo de 2021 - 12:58 p. m.
Muy buena columna. Esperemos que la violencia no se desborde más, además la gente hoy es más informada que durante el desastroso y mentiroso gobierno de Uribe m0ntado a punta de farsas. Casi creo que ni siquiera la gente le seguiría el cuento si inician una guerra con el vecino. Pero es bueno advertir que eso pueden intentar hacer.Sabemos que "la patria es el último refugio de los canallas" decían
oscar(25306)01 de mayo de 2021 - 12:50 p. m.
este corrupto mafioso y criminal gobierno del porky es el resultado de las maniobras del bandido matarife y ahora descendiente de faraones TUTANMATON URIBE. Que desgracia para este sufrido pueblo colombiano tener que soportar criminales como el matarife, que ahora está preparando a Tomasito para que continué con la línea de delito.
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