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El rabo de paja

Mario Morales
31 de agosto de 2008 - 10:25 p. m.

ES LA DIFERENCIA DE PUNTOS DE VISta. Cuando miran nuestro presente convulso, los periodistas extranjeros nos dicen con un inocultado aire de envidia, que estamos asistiendo, como testigos excepcionales, al nacimiento de una nación, la que seremos algún día, si Dios quiere. Lo mismo señalan sicólogos, sociólogos y antropólogos,  frotándose las manos, con cada nuevo “fenómeno” de nuestra hirviente realidad.

Por eso uno no sabe si molestarse o celebrar en la medida que hace carrera esa hipótesis de que aquí todos tenemos rabo de paja. No faltará el biólogo o  genetista que nos quiera incluir en la selecta lista de nuevos seres humanos que, según estudios de la Universidad de Utah, se está gestando merced al siete por ciento de genes que están evolucionando rápidamente, y que han servido para explicar, entre otras cosas, las hazañas de los héroes olímpicos como Michael Phelps,  Bolt,  Nadal y compañía.

Y es que en medio de cada escándalo,  por acción u omisión, este Gobierno, como el de Samper, Pastrana y Turbay, para no ir tan lejos, se justifica con rabiosa devoción diciendo que quienes hoy acusan también fueron señalados en el pasado reciente, y que ni el mismo Diógenes (el mismo que buscaba al hombre con una lámpara a plena luz del día), encontraría a un colombiano que no tuviera rabo de paja con diferencias de tamaño, textura y color como corresponde a una sociedad democrática y de libre mercado.

Yo creo que el debate no se centra en si esa es una estrategia para inhabilitar a los críticos sacapiedras y lanzapiedras, porque aquí nadie estaría libre de pecado; o para legitimar delitos “veniales” o errores “necesarios” de ciertos compatriotas; o de si estamos ante la prueba reina de que Uribe definitivamente no es de derecha porque nos quiere igualar a todos en una suerte de socialismo por otros medios.

Me cuento entre los escépticos que descreen que hayamos desarrollado de tal forma nuestro coxis. Ya lo hubiéramos convertido en negocio. Es más, es posible que el rabo de paja ni siquiera exista porque con nuestra candente realidad, en vez de ser un laboratorio experimental para científicos sociales, hace rato hubiésemos ingresado con honores al Guinness Records, como el más grande pabellón de quemados de la humanidad.

www.mariomorales.info

 

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