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El racismo “de allá”

Catalina Ruiz-Navarro
04 de junio de 2020 - 05:00 a. m.

Las protestas provocadas por el asesinato de George Floyd a manos de la policía estadounidense han generado una conversación mundial sobre racismo. En Latinoamérica, y particularmente en Colombia, muchas personas parecen pensar que el racismo gringo es grave y reprobable, pero que es algo que no sucede en nuestros países, ideas que se refuerzan con frases como “somos una sola raza”, “en Latinoamérica somos multiculturales”, “acá lo que hay es clasismo, no racismo”. Son frases que nos dejan ver la realidad racista de nuestros países. ¡Como si la raza no fuera uno de los componentes más importantes de nuestra desigualdad e inmovilidad social!

Una cosa es cierta: el racismo tiene historias distintas en EE. UU. y en Colombia, pero no por eso es, ni por un segundo, menos violento. La académica afrofeminista Sher Herrera lo explica: “El eterno problema para hablar de racismo en Colombia es precisamente que en nombre del mestizaje se niegan a toda costa las jerarquías raciales establecidas por la colonización, cuando en realidad en América Latina el mestizaje tenía como objetivo ‘mejorar la raza’. Tal como explicaba Vasconcelos en La raza cósmica, el mestizaje elevaría a ‘las razas inferiores’ eliminando todo rasgo físico y cultural indeseable de los negros e indígenas y tomando lo mejor de cada ‘raza’: la fuerza del negro, la místicas indígenas y la razón del blanco, y así conseguir una nación ‘homogénea y civilizada’ en el blanqueamiento. Y bajo estos ideales puramente racistas se fundamentaron los nacionalismos latinoamericanos y hoy en día estas ideas perviven en la cabeza de cada colombiano gracias a los textos escolares”. Textos que hablan de las “mezclas” entre personas indígenas y negras (“zambos”) y las ubican en la base de la pirámide social y pigmentocrática de la fundación nacional.

Pero, como explica Herrera, ese discurso del mestizaje es profundamente racista: “A esto se le suma la constante comparación con los Estados Unidos y las idea de que no hay blancos en Latinoamérica porque ‘todos somos mestizos’ y en Estados Unidos también los discriminan como latinos. Es importante entender que las lecturas de los cuerpos racializados son contextuales y las maneras en las que opera el racismo también lo son, Latinoamérica y Estados Unidos tienen procesos históricos racistas muy diferentes. Revisar el trabajo de Franklin Gil nos ayudaría a entender cómo opera el ‘racismo duro’ en lugares como Estados Unidos y Sudáfrica, donde el racismo ha sido ley, y cómo opera el ‘racismo blando’ de Latinoamérica, donde hasta hay leyes en contra del racismo, pero que se quedan en el papel porque la jerarquía racial está tan naturalizada en el imaginario colectivo que no es necesario tener leyes racistas”.

Aquí, con leyes antirracistas y todo, la policía también mata a los hombres negros como lo denunció Goyo, la cantante de ChocQuibTown, llamando la atención sobre el homicidio de Anderson Arboleda de 21 años, a manos de la policía, en Puerto Tejada, norte del Cauca. Arboleda estaba en la puerta de su casa cuando llegó la policía a ponerle un comparendo por supuestamente violar la cuarentena, lo agarraron a bolillazos y unas horas después estaba en el hospital con muerte cerebral. El caso de Arboleda es todo menos excepcional, la policía colombiana es racista, clasista y violenta. Dice Herrera: “En la vida cotidiana, sin apenas ser percibido, el racismo acaba impunemente con la vida de la gente negra e indígena, y en defensa de la fantasía de la ‘armonía racial’ no hay más recurso que entrar en negación y señalar el racismo en el exterior. Por esto es tan necesaria la lucha antirracista en los países latinoamericanos, estas ideas están inconscientes en la cabeza de los latinos que las dan como verdades indiscutibles y se les hace imposible imaginarlas como racistas. Anunciarse no racista no es suficiente, hay luchar en contra de estas jerarquías”.

Que las conversaciones provocadas por las protestas estadounidenses nos sirvan para reconocer, deconstruir y luchar activamente contra el racismo local. Hacer menos es una violenta y deshumanizante hipocresía.

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