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El técnico

Hernán Peláez Restrepo
19 de marzo de 2008 - 10:41 p. m.

Ningún director técnico llega a un equipo para perpetuarse en el cargo, a no ser que se llame Álex Ferguson, el del Manchester United. Que se sepa, ninguno, al menos en Colombia, firma un contrato asegurando salir campeón. Lo único que prometen, y es una frase bien trillada por cierto, es trabajo.

En el caso de Fernando El Pecoso Castro, de Independiente Santa Fe, quiero fijar mi punto de vista de genuino estilo periodístico. Los resultados hasta hoy lo defienden, porque en este momento del fútbol mundial, poco importa para dirigentes e hinchas jugar bonito, ordenado, con movimientos precisos, si no se ganan los puntos.

Partiendo de esa premisa, por supuesto no de plena aceptación entre críticos y nostálgicos del fútbol vistoso, lo que hace Castro es bueno. Eso del llamado equilibrio es relativo. Un equipo debe ser siempre capaz de marcar más goles que los recibidos en su arco, así gane uno a cero o cinco a cuatro, en ambos ejemplos los puntos se quedan.

Los técnicos son los primeros en percibir el momento de su salida. Cuatro derrotas consecutivas derivan en el llamado voto de confianza, que no es nada distinto a la terminación del contrato. Y así salieron en todas partes los técnicos. Sachi Escobar lo sufrió; Bolillo Gómez, al recibir los cinco goles de Argentina, dirigiendo una discretísima selección guatemalteca, empacó maletas. Y vendrán más y la historia seguirá siendo la misma.

Por eso quiero anotar que El Pecoso Castro se irá cuando pierda el manejo del grupo, exista desconfianza de los jugadores hacia sus predicamentos y nada más. Pedro Sarmiento ofreció floja campaña con Santa Fe, dejándolo en los últimos puestos, aunque siempre hubo respeto hacia él, esperando un milagro, que nunca ocurrió.

Ahora que Santa Fe está en la parte alta o al menos ofreciendo esperanzas, lo más sencillo es esperar que continúe así. Ya habrá tiempo de explicar las razones de su salida si es del caso o alabar las ejecutorias del Santa Fe. Pero presionar su salida no es oportuno, cuando no hay hecatombe. Sé que varios técnicos desocupados, sin oficio, por ahora están a la espera de la caída. Eso es válido en su mundo, lo que no es ético periodísticamente hablando, es echar cantaleta por echarla, creando un clima hostil hacia un técnico, que como El Pecoso Castro, no tiene por qué caerle bien a todos. Es más, si trabaja bien o mal, sólo sus jugadores lo demostrarán en el campo. Y aclaro ser amigo de Castro y de periodistas severos en los conceptos y apreciaciones sobre él. Repito, El Pecoso no llegó para jubilarse en el puesto, sólo tiene una meta a corto plazo y hasta hoy parece tener posibilidades de alcanzarla, así su equipo no actúe con la misma claridad y facilidad de juego de La Equidad.

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