El VAR: el mundo perfecto no existe

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Jorge Tovar
03 de julio de 2017 - 02:14 a. m.
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La Copa Confederaciones experimentó, por primera vez en un torneo de selecciones, el VAR. En principio, según la International Board (IB), debe utilizarse únicamente para revisar decisiones de gol o no gol, de penal, de tarjeta rojas (pero no segundas amarillas) y errores en la identificación de un jugador. En el fútbol, deporte de pasión donde los haya, el exceso de VAR puede terminar siendo contraproducente.

El fútbol no puede negarse eternamente a la tecnología. Pero ha sobrevivido 154 años sin ella. Por ello, cambios radicales pueden terminar matando la gallina de los huevos de oro. Dos son los problemas principales que ha dejado ver el VAR en la Copa Confederaciones. Por un lado, frena la dinámica del partido. Por otro, socava la autoridad del árbitro.

En cada una de las 14 ocasiones que se usó el VAR (sin considerar los dos últimos partidos), el partido se frenó en promedio 47 segundos. Los eventos sin VAR detuvieron el reloj apenas 13. Aunque la Copa no generó suficientes datos para evaluar estadísticamente el VAR, la descripción sigue siendo interesante.

La comparación anterior, por general, quizás no sea la más idónea. Mayor precisión se obtiene al comparar el tiempo que transcurre entre el momento en que se marca un gol (o se anula) y aquel en el que rueda de nuevo la pelota. Entre uno y otro pasaron en promedio 47 segundos cuando se utilizó el VAR. En eventos similares, sin uso del VAR, transcurrieron 35 segundos. En momentos en que se plantea recortar el partido a 60 minutos, deteniendo el reloj cuando el balón no está en juego, el VAR resulta ser un factor que ralentiza aún más el partido.

El segundo problema del VAR es que no elimina el error humano. Al contrario, lo puede exacerbar. Consideremos la polémica jugada en la semifinal Portugal vs. Chile, en la que el árbitro no pita penal. El juez consideró que no era penal ni jugada para revisar. Sin duda, lo hizo de buena fe. Pero el uso del VAR lo determinan humanos. Según el IB, el VAR sólo debe utilizarse cuando el “árbitro haya tomado una decisión (incluido haber dejado que siguiese el juego)” o si algún incidente “serio” no es visto por los árbitros. A Nacional, en el Mundial de Clubes, le pitaron un penal que nadie vio. A Portugal no se lo pitaron. La consistencia, o la falta de ella, es problema humano.

Los árbitros sudamericanos están en pie de guerra contra el VAR. ¿Qué profesional se siente tranquilo cuando tiene que tomar una decisión en milésimas de segundos, pero el mundo entero la puede revisar (y anular) tras dedicarle un minuto a la misma analizándola desde cinco ángulos distintos? El VAR debería únicamente centrarse en establecer la validez de un gol, no en buscar un justicia perfecta, que no existe. Como dijo Mario Benedetti, “la perfección es una pulida colección de errores”.

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